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U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
Es probable que feministas de distintas experiencias, en Honduras
y Guatemala, tal vez le dirían a Ricardo que las contradicciones en su
tríptico tienen sus raíces en la academia occidental, blanca y masculina.
Preguntarían: ¿por qué Ricardo eligió usar el singular de «la mujer»,
«hacia el corazón de la mujer», o aún de «una mujer», ante la diversidad
de experiencias y relaciones de poder que él ha encontrado?». Por otro
lado, mientras hay bastantes feministas que también hacen abstracciones
buscando tipificar las experiencias de las mujeres, las feministas
comunitarias basan su reflexión en la especificidad de sus experiencias
de mujer-territorio y ofrecen una conversación distinta para aproximarse
al cambio social. Tantos los feminismos decoloniales como comunitarios
insisten en una crítica de cualquier categoría singular de la mujer que
borre las experiencias cruzadas y articuladas de raza, etnia, clase, geografía
y colonialidad, y cuestionan análisis de identidad que no problematizan
estos sistemas y prácticas de dominación.
Puede ser que estas mujeres, de distintas experiencias que están haciendo
sus propias teorizaciones en conversación con los conocimientos
producidos localmente y de afuera, tengan contribuciones que hacer al
método tríptico de la vida de Ricardo –y no tengo duda de que él estaría
dispuesto a escucharlas–.
Más allá del feminismo comunitario, recoger hilos sueltos que
pueden tejer una nueva mañana
Las raíces de la palabra recordar en inglés y español son distintas. La palabra
en inglés «remember» enfoca en la mente… llamar a la mente de nuevo
53
.
Cuando la uso, muchas veces escribo re-member, para referirme a juntar de
nuevo los pedazos del pasado. Pero la palabra en castellano, «recordar»,
es aún más profunda, «volver a pasar por mi corazón»
54
. En este ensayo,
mi esfuerzo por juntar los hilos del pasado ha permitido que Ricardo, su
tenacidad, su compasión, su picardía sabia, y sus paredes volvieran a pasar
por mi corazón.
53
Terry Hoad, ed., The Concise Oxford Dictionary of English Etymology (Oxford, Inglaterra: Oxford
University Press, 1996).
54
Eduardo Galeano, El libro de los abrazos (Madrid, España: Siglo XXI Editores, 1989), 4.
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J
ENNIFER
J. C
ASOLO
R
ICARDO
F
ALLA
,
UN
PRISMA
AL
TRÍPTICO
DE
SU
VIDA
:
HACIA
EL
CORAZÓN
DE
LAS
MUJERES
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
Ricardo sabe más de mí de lo que saben muchas de mis mejores amigas.
Es cierto, dos veces él fue mi acompañante cuando hice los Ejercicios
Espirituales Ignacianos, me abrí con él hasta donde era capaz. Digo hasta
donde era capaz, porque había aprendido desde chiquita a mostrarme
como vulnerable; para esconder mis verdaderas heridas –puntos débiles
más profundos–. Pero Ricardo, entre su sarcasmo, su insistencia en eficacia,
su avaricia intelectual para proteger su espacio, y su compasión –que es
una cobija para los y las excluidos en toda forma– me ayudó a bajar mis
defensas: veía y ve más, entendía y entiende más.
Corría el año 2000. Ricardo había regresado a Tocoa como párroco
sustituto, esa vez porque hubo amenazas de muerte contra Pedro Marchetti,
y la Provincia había hecho un cambio temporario… Pedro en el ERIC, en
El Progreso, y Ricardo de párroco. Dentro de poco estaría despidiéndome
del Bajo Aguán para seguir el camino de los otros tres del conventillo: sacar
un doctorado. Ricardo había escrito una de las cartas de recomendación
que me ayudó a asegurar mi entrada al programa que quería. Mi doctorado
sería el sexto (si cuento bien) que Ricardo había provocado desde Tocoa,
donde fuimos picados por su tríptico.
Era un lunes, y los lunes eran el día de comunidad para los jesuitas
misioneros en Tocoa. Por siete años los había mirado: iban a Trujillo,
al mar, reflexionaban, se relajaban, tejían su comunidad de fe y acción.
Ricardo estaba esperando a que salieran de la casa parroquial. Seguramente
alguien necesitaba cumplir una tarea antes de que pudieran irse; de hecho les
costaba crear el tiempo para la comunidad. Yo pasaba por la casa parroquial
en mi ruta hacia las oficinas de la Pastoral Social Diocesana, donde en
el mundo surreal pos-Mitch, yo trabajaba. Mi corazón pesaba más de lo
normal porque percibía el abandono que sentía el pueblo por la ausencia
de Marchetti, y sentía mi propia soledad profunda, ya que se aproximaba mi
salida. Tal vez por eso, el momento me queda como una forma benjamiana
que destella en el instante
55
. Paré, intercambiamos palabras superficiales, y
Ricardo me miró y me dijo (y aquí sé que no recuerdo las palabras exactas,
pero las pongo en comillas de todos modos): «un día no será así, un día
ustedes (mujeres laicas comprometidas) irán con nosotros».
55
En su Tesis sobre la historia y otros fragmentos, Walter Benjamin escribe que: «La verdadera imagen
del pasado es fugaz. Solo podemos apropiarnos de él en una forma que destella en el instante
en que es reconocible. Y nunca es visto ya otra vez».