322
U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
En la coproducción de este libro, Elena y Ricardo lograron consensuar una
epistemología, una heurística y una ética común. Ellos dos no fueron una comunidad
epistémica construccionista que logra consensuar cerebralmente «¿Cómo
construimos a los otros?» sino una comunidad que sueña con la transformación
social con la pregunta «¿Como nos coproducimos los unos a los otros?».
47
Mirando atrás a los talleres de mujeres y a mi propio camino con Ricardo,
veo con nuevos ojos nuestro encuentro de corazones y su invitación. En
la práctica, no de las investigaciones, sino de vida, Ricardo me pidió que
trabajara el tejido de la Pastoral Social de la Mujer. La participación fiel de
tantas religiosas y algunas laicas en los talleres se dio precisamente porque
estábamos construyendo la posibilidad de soñar juntas la transformación
social. Todavía Ricardo era nuestro guía, pero durante el paso de los años,
tanto el comité de preparación como yo, así como las participantes, nos
sentimos más y más como coproductoras de conocimiento, empezando a
tejer un modo de saber y, por lo tanto, de actuar.
En cuanto a la relación entre sujetos de investigación y el caminar de la
investigadora, Marchetti explica:
En su investigación, Elena y Ricardo se paran encima de este eslabón, arriesgando
perderse en el peregrinaje del otro para luego reencontrarse en su propio peregrinaje
que antes fue una experiencia ensimismada, Ellos se revelan en Yalambojoch a
ellos mismos como migrantes (…) Creo que Yalambojoch obliga a la lectora que
reconozca en sus páginas su propia vida como migrante. Varias veces tenía que
parar la lectura para repasar mi experiencia como el migrante que soy.
48
Desde el planteamiento de los talleres de Confereh, Ricardo nos guía
en una dialéctica entre historia y experiencia de las mujeres, sujetos de
investigación, y nosotras y nosotros los investigadores. Repasamos nuestro
trabajo con mujeres, nuestro sentir frente la experiencia de entrevistar.
Somos las mujeres excluidas investigando a las excluidas, las mujeres
despertando e investigando el despertar de la mujer.
47
ibid.
48
ibid.
323
J
ENNIFER
J. C
ASOLO
R
ICARDO
F
ALLA
,
UN
PRISMA
AL
TRÍPTICO
DE
SU
VIDA
:
HACIA
EL
CORAZÓN
DE
LAS
MUJERES
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
Marchetti también presenta lo profundo del método que Ricardo compartió
con Elena:
El método ricardiano –casi por definición– es su capacidad de dejar que las
palabras de los/as [sic] excluidas, de los que resisten y hasta de los masacrados
en genocidio tengan lugar y valor. Elena, su discípula, aprendió su método de
re-lectura [sic], re-entrevista [sic] y re-escribir [sic] «como loca» a un nuevo nivel.
Permítanme explicar. Cualquier [sic] que ha estado acompañado por Ricardo Falla
en el campo, seguramente ha notado que escribe en una hoja 8 x 11.5 doblada
en un librito de 16 páginas con una letra microscópica. Lo que hace es 1) releer
esos pedacitos de apuntes de campo con notaciones aún más pequeñas, 2) volver
a la entrevista para develar lo que estaba en sombra, y 3) volver a reescribir los
apuntes de campo. Un amigo mío, R. Mendoza, boliviano que habla Quechua [sic]
y Aymara [sic] hace lo mismo con la duda sistemática que realmente ha escuchado a
sus fuentes. En Yalambojoch, Elena cuenta de su experiencia de revisión de notas
de campo con el Jabalí Blanco [apodo que se otorga Ricardo Falla a sí mismo,
como referencia al gran cazador del Popol Vuh].
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Como Marchetti señala, el arco de la vida del tríptico de Ricardo –de
Quiché rebelde al presente–, es la visibilidad y el valor central que da a las
palabras. No es fácil aprender esta sensibilidad porque requiere que el
investigador o la investigadora se invisibilice en el trasfondo del escenario.
Me recuerdo cuánto costó al principio en los talleres que nos enfocáramos
en las palabras de las entrevistadas sin brincar a nuestras interpretaciones.
He visto múltiples estudiantes de doctorado con el mismo problema.
Lo que no aprendimos en los talleres, pero que también fue parte de mi
aprendizaje con Ricardo, era precisamente cómo doblar y usar la hoja de
8 x 11.5 pulgadas. El punto era que la investigadora sea lo menos obvia
e intrusa posible. Me aconsejó: «no escribas enfrente de las personas, o al
menos no todo el tiempo, es importante ver a sus ojos. Cuando termines,
busca un árbol donde te puedas sentar y completar tus notas».
Como ya se mencionó acerca de las memorias, tanto aquellas que se grabaron
en las cabezas de las participantes, como las escritas en Wordperfect por
Ricardo están incompletas. La profunda riqueza del proceso colectivo de
investigación y la experiencia de los talleres de la mujer hondureña quedan
aún para ser sacudidas del polvo y pulirse. Nunca se nombró seis tipos de
mujeres ni llegamos a conclusiones firmes, pero comenzamos el camino a
conocer las «Alicias» y a ser las «Elenas».
49
ibid.