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U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
quien en sus escritos sobre la democracia en América, entre 1835 y 1840,
define a «los hábitos del corazón» como un conjunto de costumbres
morales e intelectualidad producidos desde la vida familiar, la experiencia
de Dios y la participación en la política local. La conexión entre nuestros
talleres, la frase y las conceptualizaciones de Bellah me brincó de las páginas.
Las casillas de las encuestas, las categorías de preguntas que orientaban
las historias de vida, y en Alicia, en forma más fluida, la organización de
este trabajo/libro refleja estas categorías. Más bien, las tres secciones del
libro de Bellah: teoría, vida privada y vida pública tienen resonancias en
las tres partes del instrumento de la historia de la vida y las tres secciones
de Alicia, donde a pesar de la complejidad de los nombres, es claro que la
primera sección toca la teoría, la segunda las experiencias de la joven maya
en familia, y la tercera su conexión con la sociedad.
La persistencia de este vínculo con Bellah en Ricardo no es casual, pero
tampoco Bellah hace el mismo «trabajo» para Ricardo en 2005 que
el que hacía en 1995. En 1995, Ricardo se inspiraba de Bellah con la
pretensión de «poder llegar a establecer unos seis tipos principales de
la mujer hondureña». En Alicia, Ricardo se mueve de «la» mujer a «una»
mujer, y de «seis tipos de mujeres» a «cinco identidades más fluctuantes y
negociables»
42
. La pregunta que me hago en este desenlace es si el triple
enfoque que toma prestado de Bellah sigue orientando a Ricardo en el
camino hacia el corazón de «las mujeres», o ya se ha convertido en una
camisa de fuerza superado por los detalles de sus descubrimientos –más
plurales, complejos, traslapados y fluidos–.
Ahí donde Alicia se entrelaza con el método que estructuraba en los talleres y en
las investigaciones sobre la mujer hondureña, El sueño del norte en Yalambojoch
43
es el desenlace a una práctica concebida en los talleres e investigaciones
en Honduras; una práctica (con chispas feministas y decoloniales, diría yo)
de «encuentro de saberes», «coproducción de conocimiento y práctica» y
«comunidad epistémica». Cito directamente fragmentos de los comentarios
de Pedro Marchetti durante la presentación del libro en 2012, haciendo
pequeñas interrupciones en los mismos, para trasladar o recordar al lector la
relación de estos con los retazos de este ensayo.
42
Falla,
Alicia: explorando la identidad, 187.
43
Falla y Yojcom, El sueño del norte en Yalambojoch.
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J
ENNIFER
J. C
ASOLO
R
ICARDO
F
ALLA
,
UN
PRISMA
AL
TRÍPTICO
DE
SU
VIDA
:
HACIA
EL
CORAZÓN
DE
LAS
MUJERES
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
Primero, Ricardo celebra la coproducción como un «plus», lo que hace la
diferencia. En El sueño, según Marchetti:
Yalambojoch no es solamente el resultado de un encuentro de saberes sino de un
encuentro de prácticas entre Elena y Ricardo. Ricardo, el Jabalí con Pelo Blanco,
comenta en la introducción. «A lo largo de este escrito estaremos oyendo dos voces.
La de Elena y la mía. No hará falta decir cuando habla ella y cuando hablo yo. Una
es bella y lo otra es pesada (xii)». Aquí tengo que discrepar con Ricardo y Elena.
Al final es una sola voz que se escucha: la de una pequeña comunidad epistémica.
44
En la memoria del taller «Mujer y Política» en Honduras, Ricardo escribe:
«Jennifer y Ricardo, en una simbiosis muy buena, porque Jennifer es
chispeante y Ricardo ya carga con el peso de los años, fueron los que
dirigieron el trabajo, como en talleres anteriores»
45
.
Pero en El sueño, la práctica naciente, sea de cofacilitadora o
cosistematizadora, ya es praxis «nata». Marchetti nos dice: «Si quieren
saber qué es la coproducción, el encuentro de saberes y cómo trabaja una
comunidad epistémica, lean el libro de Ricardo y Elena»
46
. Y para explicar
la realización de esta nueva praxis, se enfoca en tres entradas metodológicas
del libro: i) «sueños compartidos», ii) «encontrar los eslabones entre los
peregrinajes de los sujetos de investigación y el caminar personal de el/
la investigadora», y iii) «dejando espacio, lugar y valor a las palabras de los
subalternos y subalternas». Marchetti describe:
El punto de partida de la frontera metodológica de las ciencias sociales que cruza
El sueño es «compartir el sueño del otro» y afirma «no es un ejercicio intelectual sino
una compasión que activa el subconsciente. Yalambojoch empieza con un sueño de
Elena en lo cual Ricardo saca un tejido de su bolsillo y le dice a ella: “Te pido que lo
termines porque yo ya no puedo bordar lo que falta”». Del sueño compartido inicial,
la investigación que sale no es solo un tejido bello sino un baile fascinante entre el
sueño del norte de Yalambojoch y los sueños de Ricardo y Elena. El sueño en este
libro no es una metáfora sino un hilo material metodológico. Cuando el método
está independiente de nuestras pasiones, el único resultado posible es positivismo.
44
Pedro Marchetti, «El sueño de Yalambojoch: coproducción por Elena Yojcom de San Juan la
Laguna y Ricardo Falla de la zona 1 de Guatemala» (Comentarios en la presentación del libro
de Ricardo Falla y Elena Yojcom, El sueño del norte en Yalambojoch: facetas de migración retornada,
Paraninfo Universitario, 12 de octubre de 2012).
45
Falla, «Actas del 4.
o
Taller de la Mujer».
46
ibid.