306
U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
cultural de la gente, y a encontrarnos con los «nuevos sujetos» –las mujeres,
los jóvenes, los pueblos indígenas, la naturaleza– y las subjetividades
16
;
acompañándolos sin abandonar el análisis de clase para evitar lo que se
veía como las políticas de identidad crudas, divorciadas de lo material.
En este arco de cambio, sugiero cuatro momentos de distintas escalas,
tenores y ubicaciones –dos de ellos sumamente locales y dos globales–,
cuyas influencias directas e indirectas pudieron haber orientado el giro
en su tríptico de investigación-formación-incidencia, por lo menos en
su aterrizaje en los Talleres de la Mujer Hondureña (1995-1999). Estos
son: i) su experiencia con mujeres, niñas y niños indígenas en medio de la
guerra (1987-1992), ii) sus primeras conversaciones con mujeres delegadas
de la Palabra al llegar a la parroquia de Tocoa (1993), iii) su participación
en la Congregación General 34 de la Compañía de Jesús (1995), y iv) su
conocimiento de las posturas encontradas dentro de la Iglesia católica
hondureña frente a la preparación para la realización y el seguimiento del
IV Congreso Mundial de Mujeres en Beijing (1995).
Brevemente podemos mirar desde los escritos de, y los relatos sobre Ricardo,
los cuatro hilos mencionados. Primero vino el encuentro profundo. Antes
de que llegara a Tocoa, la experiencia de estar entre mujeres, niñas y niños
en Ixcán y en México (1983-1992) ya había profundizado sus experiencias
cotidianas con las mujeres en Nicaragua, que Pedro Marchetti aborda en
su sección «platillos que vuelan»
17
. En Historia de un gran amor, publicado en
1995, –inspirándose en el «Cantar de los Cantares»–, Ricardo revela, entre
otras cosas, las veces que le tocó (por enfermedad o seguridad) estar con las
mujeres, las niñas y los niños, no tomando testimonio, sino que observando,
escuchando y huyendo. Miraba a las mujeres en su quehacer diario y era
testigo de cómo enfrentaban la muerte. Se sublima la pasión romántica en
el amor al Pueblo de Dios; y este Pueblo tiene experiencias compartidas
(las masacres, el vivir en resistencia), pero también diferenciadas –por ser
mujer, indígena, civil–. El corazón roto de Ricardo es la ruptura que uno
vive con esta «amada». Es en este libro que se observa cómo su modo
de acercarse al corazón del pueblo empieza a hacer visible las diferencias
vividas de género, y el sentir, querer y pensar del sexo femenino en las
16
Alvarez, D’agnino y Escobar, Culture of Politics.
17
Pedro Marchetti, «Ricardo Falla, S. J., el detalle del tríptico de su vida: investigación, formación
e incidencia», en Eutopía Entrega especial Ricardo Falla Sánchez, S. J.
307
J
ENNIFER
J. C
ASOLO
R
ICARDO
F
ALLA
,
UN
PRISMA
AL
TRÍPTICO
DE
SU
VIDA
:
HACIA
EL
CORAZÓN
DE
LAS
MUJERES
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
CPR. Cuando pisó tierra en el Bajo Aguán, de Honduras, Ricardo ya tenía
sus oídos sensibles.
Ricardo llegó así a la parroquia de San Isidro Labrador (el segundo hilo
de las influencias) más orientado y dispuesto a escuchar que la mayoría de
los hombres. Allí encontró un nivel de liderazgo femenino en la estructura
eclesial más pronunciado del que se vivía en Ixcán: mujeres delegadas de la
Palabra, quienes, aun siendo una minoría en la parroquia, con lo mínimo
de educación formal, eran lideresas con una sed de saber más, de hacer
más. Tres de ellas, Lastenia Méndez, Justina Palma y Dolores Pineda se le
acercaron planteándole la necesidad de refundar una Pastoral Social de la
Mujer en la parroquia, después de su fracaso inicial. Basaron su propuesta
en la experiencia vivida: las mujeres estaban experimentando el proceso de
venta de las cooperativas de la Reforma Agraria de una manera diferente a
la de los hombres; de igual manera, las compañeras de los cooperativistas
lo experimentaban de forma diferente a la de las compañeras de los
trabajadores asalariados no socios.
Los debates que agarraron fuerza en los años noventa entre clase e identidad
(vividos también en medio del eclipse de la Pastoral Social de la Mujer en
la parroquia) encontraron su polo a tierra en el corazón de Ricardo a través
de estas tres mujeres. Enfrentó los prejuicios dentro de la parroquia con
relación a una Pastoral Social de la Mujer (que podía dividir de nuevo al
movimiento en el Aguán), escuchó sus demandas, buscó quién podría
acompañarlas, escuchó mi corazón, me invitó a participar y en 1994 me
orientó con las cuatro palabras: «escuchar a las mujeres» –con el subtexto–
«investigar para formar, para incidir desde allí».
Tercero, al ser elegido por sus hermanos como representante de la
Provincia Centroamericana a la 34 Congregación General de la Compañía
de Jesús, Ricardo profundizaba la exhortación de «escuchar a las mujeres»
desde su promoción del «Decreto 14: Los jesuitas y la situación de la mujer
en la Iglesia y la sociedad», donde figuran las mismas cuatro palabras como
inspiración y orientación clave
18
.
18
Se podría argumentar que en la Congregación General 34, donde la Compañía de Jesús reafirmó su
compromiso con la justicia, elaborándolo en clave de las cuestiones de coyuntura de la diferencia,
identidad y cultura. El decreto 14 era el producto más importante en el campo de la diferencia.