302

U

NIVERSIDAD

 R

AFAEL

 L

ANDÍVAR

V

ICERRECTORÍA

 

DE

 I

NVESTIGACIÓN

 

Y

 P

ROYECCIÓN

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

la investigación visibilizó y valorizó a las mujeres hondureñas y cómo dio 
pauta a una hermenéutica feminista. El cuarto retazo sigue los hilos de 
desenlace de los talleres en la praxis de Ricardo después de su regreso 
a Guatemala, desde una reflexión breve de cómo la experiencia de los 
talleres hondureños entrelaza e influye su estudio del sujeto joven, Alicia: 
explorando la identidad de una joven
, y su trabajo de coproducción con Elena 
Yojcom, El sueño del norte en Yalambojoch

8

. En estas dos investigaciones la 

experiencia y perspectiva de la mujer indígena maya complica y enriquece 
la práctica del tríptico. A modo de conclusión, halo unos hilos débiles y 
sueltos analizando críticamente sobre los esencialismos, abstracciones y 
ausencias que envolvieron nuestra teoría y práctica de investigación para 
preguntar: ¿hasta qué punto y cómo la «práctica del tríptico» de Ricardo, 
para ir hacia el corazón de las mujeres refleja, converge con y, tal vez, 
apoya lo que hoy se llaman los feminismos comunitarios y decoloniales?

Términos de referencia con Ricardo 

Ricardo me había invitado a ir a Tocoa con él y trabajar con las mujeres, 
y yo le respondí que «sí», pero lo que este «sí» realmente significaba no 
estaba claro. Llegué a la parroquia San Isidro Labrador a finales de 1993, 
para una visita de prueba, y me incorporé como miembro del Equipo 
Pastoral y como coordinadora de la Pastoral Social de la Mujer en junio 
de 1994. Aunque había tenido una relación cercana con varios jesuitas 
de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, en El Salvador, y 
había asistido a muchas misas en barrios y comunidades celebradas por los 
jesuitas, realmente no tenía idea del peso histórico del Bajo Aguán o de la 
parroquia de San Isidro Labrador. Abarcaba dos municipios y medio, más de 
125 comunidades y barrios. Sus sacerdotes habían liderado o acompañado 
las luchas campesinas por la tierra y en contra de la represión militar en los 
años setenta y ochenta. Tenía sus mártires y sus compromisos, y frente a 
las tensiones políticas pos-guerra fría, sus fragmentaciones y derrumbes.

No sabía que mi «sí» me abriría a un aprendizaje no solo de la investigación, 
sino de la inseparabilidad de la teoría y la praxis, de la investigación y la 
acción, y de la reflexividad constante desde la fe y la justicia.

8

 Falla, 

Alicia: explorando la identidad; Falla y Yojcom, El sueño del norte en Yalambojoch.

303

J

ENNIFER

 J. C

ASOLO

R

ICARDO

 F

ALLA

UN

 

PRISMA

 

AL

 

TRÍPTICO

 

DE

 

SU

 

VIDA

HACIA

 

EL

 

CORAZÓN

 

DE

 

LAS

 

MUJERES

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

Mientras estaba encargada de la Pastoral Social de la Mujer, tuve el privilegio 
de participar como estudiante del método ricardiano en tres momentos: i) 
el proceso de diagnóstico del trabajo de la Pastoral Social (junio de 1994 
a junio de 1995); ii) lo que un maestro y dos escolásticos jesuitas habían 
bautizado INFA (Investigaciones Falla) sobre el casco urbano de Tocoa 
(1993-1994); y iii) al nivel de la Confederación de Religiosos y Religiosas 
de Honduras (Confereh) sobre la realidad de la mujer hondureña. En 
ninguno de los tres procesos (por razones distintas) se produjeron escritos 
de investigación (aunque Ricardo publicó ensayos de opinión en distintos 
periódicos hondureños), pero cada uno era clave en mi propia formación, 
y el último momento (sujeto del retazo cuatro) fue inseparable de mi 
experiencia-práctica con la Pastoral Social de la Mujer en Tocoa.

Mi «sí» tan de corazón había agradecido a Ricardo, pero además es probable 
que ese mismo «sí» lo hubiese espantado (y a mí también). Nos pusimos de 
acuerdo en que yo llegaría de «prueba» para que me conocieran las mujeres 
y viceversa, entre finales de diciembre de 1993 hasta los primeros días de 
enero de 1994. En esta primera visita, pude ver claramente la influencia 
de al menos dos de las tres caras del tríptico de Ricardo. En cuanto a 
investigación y formación, Ricardo había creado y formado al maestro, 
José Luis Rocha, y a los escolares jesuitas, Luis Fernando Acevedo y Mario 
López Barrientos

9

 para conformar el equipo INFA (nombre puesto por 

sus integrantes), al cual Ricardo me integró. Les había encargado que 
hicieran una investigación sobre el casco urbano de Tocoa. El mapa que 
habían hecho de todos los barrios se quedó grabado en mi mente y, cinco 
meses después, a finales de mayo de 1994, cuando regresé para quedarme, 
participé en el levantamiento de algunas de las más de 150 encuestas que 
se hicieron. 

Las iniciativas de formación e investigación por parte de Ricardo 
también informaban al brazo fuerte de incidencia en la parroquia: la 
Pastoral Social. Me asignó acompañar a otros tres misioneros laicos –los 
licenciados de Socorro Jurídico: Ana María Pineda y Recaredo Fernández, 

9

 Vale resaltar que el sello ricardiano no se borra: los tres seguían sus caminos académicos e 

ignacianos, aunque dejaron el camino sacerdotal. Los tres siguen apoyando en forma crucial 

a las instituciones superiores jesuíticas. Dos de los tres tienen doctorados, y dos de los tres 

practican la docencia.