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U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
después se extendería a Cuarto Pueblo, Los Ángeles, Mayalán, cooperativas
de Zunil y de Ixtahuacán Chiquito).
Visitábamos a las comunidades, hacíamos giras por las comunidades con dibujos,
con pláticas. Llegaba uno y se presentaba al comité de la comunidad, y teníamos
pláticas con grupos de hombres, con grupo de mujeres, con los jóvenes y con los
niños. Un día íbamos a trabajar al colectivo con la gente, las autoridades siempre
se resistían, siempre trataban de buscar una excusa para que el padrecito no fuera a
trabajar con ellos, sino que le daban alguna otra tarea, pero la idea era ir a trabajar
un día al colectivo con ellos. Nosotros en ese tiempo no teníamos ni casa ni nada,
nos quedábamos en las casas que habían construido para el acompañamiento
internacional o en las casas con la gente. A veces en el suelo, a veces en una camita
de tablas, a veces improvisado, lo que sea, pero era una dinámica de vida. Yo le he
insistido a Ricardo que eran los tiempos de resurrección porque todo el sufrimiento
inicial, todo lo que costó organizar las cosas, cuando uno llegaba a Ixcán uno
veía que de esa situación de resistencia, de esa situación liminal, estaba surgiendo
mucha vida. Y a los que nos acercábamos allí nos ofrecían la oportunidad como
de pisar tierra sagrada; de ser uno más de la familia de ellos. Dormíamos con
ellos, nos daban la comida ellos, nos mantenían, nos acompañaban ellos, porque
evidentemente el acompañamiento de los catequistas se daba porque eran personas
liberadas de la comunidad para el trabajo pastoral.
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Los catequistas del ETP eran liberados por la comunidad para el
trabajo pastoral, como una responsabilidad de servicio a la población.
Coordinábamos nuestras actividades con las autoridades comunitarias,
CPI y comités comunitarios. Teníamos catequesis de niños, reuniones
de jóvenes, de adultos y también con las mujeres de las comunidades.
Estábamos tres días en cada comunidad en la gira pastoral. El primer día
era la llegada y la presentación a las autoridades; reunión con los niños
en la tarde. Al día siguiente, planificábamos la participación en el trabajo
colectivo y en la tarde reunión con los hombres. El tercer día en la mañana,
estábamos con las mujeres y en la tarde con los jóvenes, para terminar
con la misa comunitaria al final de la tarde. Teníamos temas bíblicos
muy relacionados con la vida de las comunidades y recibíamos el calor
y afecto de la gente. Además, en ese tiempo teníamos talleres y cursos
en coordinación con Acción Cristiana Guatemalteca (ACG), que también
recibía la herencia pastoral y ecuménica de la Iglesia Guatemalteca en el
Exilio (IGE).
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Iznardo, entrevista por Ponciano, 15 de marzo de 2017.
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F
RANCISCO
I
ZNARDO
, S. J.
L
EGADO
DEL
TRABAJO
PASTORAL
EN
I
XCÁN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
Era la continuidad de la pastoral de «acompañamiento bajo la montaña y
en el refugio». Teníamos el cariño, la confianza y la cercanía que Ricardo
(Marcos), Luis Gurriarán (Julio) y tantos otros se ganaron «bajo la montaña»
y en el refugio. Después de los años difíciles (1982-1984), peligrosos y
cuestionadores de la posibilidad de una pastoral de acompañamiento,
comenzaron las giras pastorales y la creación del ETP (1987-1992), que
nosotros recibiríamos como estructura pastoral consolidada que gozaba
de la confianza y el cariño de las comunidades y de las dirigencias sociales.
Nos coordinábamos con las autoridades comunitarias (CPI, comités
de comunidad, directivas cooperativas…) y los representantes de las
organizaciones (CCPP, Mamá Maquín –mujeres refugiadas y retornadas–,
Organización de Mujeres en Resistencia –OMR–, ACG, etc.). Como he
dicho, las comunidades y su gente, las organizaciones del pueblo nos
cuidaban, nos alimentaban y nos mantenían: «era una persona mantenida,
alimentada y cuidada por los pobres. Dependía para casi todo de ellos y
ellas, y nunca me he sido tan humano, tan digno y tan feliz»
5
.
Estas dinámicas pastorales eran la continuidad del trabajo pastoral de
Ricardo en los últimos años de presencia en las CPR (1987-1992). Con esta
«estructura» pastoral se constituyó la parroquia Candelaria de los Mártires en
1994. Seguíamos dejándonos llevar por los procesos de reasentamiento de la
población retornada y en resistencia. Nos alimentaban, nos cuidaban y nos
daban vida. La parroquia no tenía todavía capillas formales. Muchas veces
celebrábamos en «galeras» donde se había recibido a los retornados y en «los
centros sociales» (otra galera) de los asentamientos de las CPR, que servían
de capilla, de dormitorio comunitario y de lugar de reuniones comunitarias
y pastorales. A diferencia de los primeros tiempos del acompañamiento
pastoral en la montaña (1982-1984), llevábamos una vida llena de entusiasmo
y el peligro del ejército era mínimo. Los pueblos crucificados de Ixcán, en
resistencia y en el refugio, salían a la luz para darnos vida a los que habíamos
acudido a dar continuidad a la Pastoral de Acompañamiento que Ricardo
nos relata en sus escritos. Además, comenzamos a realizar el trabajo del
Remhi (Proyecto Interdiocesano de la Iglesia Católica de Guatemala), que
en la parroquia Candelaria de los Mártires sirvió para corroborar (aunque
con menos rigor) las investigaciones de Ricardo sobre la «colonización» por
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Iznardo, entrevista por Ponciano, 15 de marzo de 2017.