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NIVERSIDAD

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AFAEL

 L

ANDÍVAR

V

ICERRECTORÍA

 

DE

 I

NVESTIGACIÓN

 

Y

 P

ROYECCIÓN

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

b. El conflicto de tierras en las cooperativas de Ixcán Grande. La 

diócesis de Quiché había logrado que se tuvieran negociaciones entre 
los parcelistas antiguos que estaban divididos en tres grupos: patrulleros 
y repatriados, que estaban establecidos en Xalbal, refugiados en 
México y los parcelistas de las CPR. La idea era que los cooperativistas 
recuperaran sus parcelas, o al menos las intercambiaran con otros que 
estaban en las suyas (la propiedad de las parcelas era de la cooperativa 
que la cedía al parcelista, pero sin título individual). Además, se iba a 
indemnizar a los parcelistas refugiados que no quisieran regresar para 
que su parcela pudiera ser entregada a los pobladores sin tierra o a hijos 
de parcelistas de las CPR. Cuando los retornados llegaron, encontraron 
que la negociación con Xalbal se había quebrado.

Apareció también la división al interior de los retornados y de algunos 
de estos con las CPR. Esta situación hizo imposible que los acuerdos 
sobre la distribución de parcelas se cumplieran. Comenzó el desgaste y 
la división al interior de las comunidades. El reparto y la distribución 
de las parcelas y el conflicto que provocó eran una manifestación más 
de la división de los dirigentes políticos de las CCPP y del EGP. Esta 
situación imposibilitó crear un gran núcleo de comunidades de desarrollo 
alternativo al interior de las cooperativas de Ixcán Grande, formado por 
la población de las CPR, los retornados y algunos desplazados internos 
que venían de «tierra fría». Se desvaneció así, la utopía de comunidades 
alternativas y herederas de los aprendizajes comunitarios y solidarios de 
la resistencia y del refugio.

c. La creación de la parroquia Candelaria de los Mártires. En el año 

1991, se había creado la parroquia de San José Ixcán, en Xalbal, para 
recibir a los retornados y a las CPR, cuando se pacificara la región. Allí 
convivirían con los repatriados y con antiguos patrulleros ubicados en 
otras comunidades más al sur (Valles de Candelaria, Piedras Blancas, 
Nuevo Cuchumatán, Buen Samaritano, etc.). El conflicto de tierras 
al interior de Ixcán Grande entre parcelistas que estaban ocupando 
Xalbal, retornados de las cooperativas y las CPR hizo imposible que la 
parroquia de Xalbal acogiera a esta población. 

El obispo de Quiché encargó a la Compañía de Jesús acompañar el 
proceso de las CPR y de los retornados en el territorio de Ixcán Grande. 

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F

RANCISCO

 I

ZNARDO

, S. J.

L

EGADO

 

DEL

 

TRABAJO

 

PASTORAL

 

EN

 I

XCÁN

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

En un proceso participativo de las comunidades, se «bautizó» la nueva 
parroquia «Candelaria de los Mártires» en junio de 1994, formada 
por los cinco asentamientos de las CPR (en 1996 desaparecerían 
para formar la comunidad Primavera del Ixcán); los cincos núcleos 
urbanos de las cooperativas (Mayalán, Pueblo Nuevo, Cuarto Pueblo, 
Los Ángeles y el nuevo San Lorenzo con retornados excooperativistas 
de Xalbal) y otras comunidades de retornados: cooperativa de Zunil 
(1994), Ixtahuacán Chiquito (1995), y al otro lado del río Ixcán, 
Fronterizo 10 de Mayo (1997). 

En el marco de la creación de la parroquia se celebró mi ordenación como 
diácono por parte de monseñor Julio Cabrera. Era el reconocimiento 
oficial por parte de la Iglesia de las CPR como población civil y siendo 
acompañada por la Iglesia diocesana. Fueron más de mil personas 
participando y entrando libremente en los asentamientos de las CPR. 

Era la primera vez que regresaba Ricardo desde diciembre de 1992. Fue 
muy emocionante para la gente, también para nosotros. Se le acercaba 
la gente, lo tocaba, con pocas palabras, pero con muchos gestos 
significativos, muchas lágrimas de emoción y alegría: «¡Marcos, Marcos, 
Marcos! ¡Ya viniste! ¡Estamos vivos, resistimos!».

Ricardo me dio su «aval», como me lo habían dado las comunidades 
solo por la herencia y el testimonio de mis antecesores. En uno de los 
momentos de la celebración religiosa, Eucaristía de ordenación diaconal, 
me puso la estola, diciendo: «este es mi q’exel, mi nieto, mi heredero». El 
reconocimiento lo dan las comunidades y, aunque esta es una reflexión 
a posteriori, sentirme sucesor de tanta gente que generosamente 
acompañó a estas poblaciones heroicas, era un reto que me apasionaba.

d. El proceso de paz en Guatemala. En Ixcán se vivía la guerra. Había 

enfrentamientos armados, militarización, miedo y desconfianza, división 
entre las comunidades y una fuerte participación de la población 
retornada y de las CPR en las demandas de respeto a los derechos 
humanos, el reconocimiento de la población civil y la lucha por la 
paz. De hecho, las CPR tenían, desde 1993, su delegación en la capital 
con miembros del Comité de Parcelarios de Ixcán (CPI), que era el 
poder popular en los asentamientos. Además, estaba funcionando la