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U

NIVERSIDAD

 R

AFAEL

 L

ANDÍVAR

V

ICERRECTORÍA

 

DE

 I

NVESTIGACIÓN

 

Y

 P

ROYECCIÓN

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

Lo primero que salió a flote fue el trabajo en las fincas, las enfermedades, 
el desgaste y la falta de tierras, los contratistas y prestamistas. Comencé a 
notar que, a diferencia de lo que había aprendido, muchos en este municipio 
tenían bastante información, no solamente sobre su propia realidad, sino 
también sobre el acontecer internacional. El vocabulario que usaban era 
revelador y sorprendente: términos como dictadura, opresión, «vivimos 
bajo el yugo de la tiranía», «lo único que hay aquí es explotación», «nos 
tratan como animales». 

Al mencionar estas respuestas en la reunión semanal, el profesor respondió 
que estaba equivocada; que la gente no utilizaba esos términos; que él 
conocía muy a fondo estas comunidades; que solo les preocupaba su vida 
cotidiana y nada más allá. No me creyó que esas habían sido las palabras y 
los conceptos que usaban. Aludió a que yo estaba empleando un lenguaje 
marxista que les era totalmente desconocido. El asunto es que en realidad, 
ellos querían que les contara sobre el exterior; querían saber sobre Salvador 
Allende y escuchaban en las noches Radio Habana Cuba, en sus aparatos 
con baterías. En esa línea, aunque la población era abrumadoramente 
analfabeta, la llegada de radios con pilas a las áreas más remotas, generó 
una verdadera revolución de la información.

No me cabía ninguna duda que algunos, obvio que no todos, pero muchos 
jóvenes, sobre todo aquellos que vivían en las cercanías de la cabecera 
municipal, estaban informados, interesados, politizados y muy al tanto 
de lo que pasaba en el mundo o, por lo menos, conocedores de lo que 
acontecía en Latinoamérica, especialmente en Chile y Cuba. Eran muy 
conscientes de sus condiciones de opresión y discriminación. Pasaron 
algunos años, hasta que finalmente, no quedaron dudas sobre su nivel de 
conciencia, particularmente en Santa Cruz del Quiché. Varios de aquellos 
que se acercaban a charlar, luego resultaron ser protagonistas en el Comité 
de Unidad Campesina, en la formación de las cooperativas, como locutores 
de radio, en la colonización en Ixcán o en el surgimiento del Ejército 
Guerrillero de los Pobres.

Debo admitir que mi curiosidad, sí tenía algo que ver con el hecho de 
ser chilena, y eso podría haber afinado mi sensibilidad y me ponía en 

249

D

IANE

 N

ELSON

, B

EATRIZ

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, P

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, S. J., 

Y

 

LA

 

ANTROPOLOGÍA

 

EN

 

TIEMPOS

 

DE

 

GUERRA

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

sintonía con la situación social y política en Quiché. Fue por esa curiosidad 
–por lo que estaba escuchando–, que decidí ir a las fincas en la costa sur 
y confirmar las deplorables condiciones en las galeras, el transporte y el 
trabajo por un sueldo miserable, que generalmente, devolvían al contratista 
como pago por el «enganche». Esto fue también lo que me llevó a visitar 
los incipientes asentamientos en Ixcán, en mi primer año en Guatemala.

A lo largo de los ochenta, mantuve comunicación con Ricardo Falla y 
tanto él, como Myrna Mack, me estimularon para escribir un libro sobre 
los impactos de la guerra en una comunidad de Ixcán

6

. Ambos sabían 

mejor que nadie la importancia de profundizar, no solo en los estragos 
de la guerra, sino también en el protagonismo de la población y en sus 
constantes esfuerzos por sobrevivir.

El compromiso de Ricardo Falla es excepcional. La relación que ha 
establecido con las comunidades no tiene precedente, para un antropólogo 
es, francamente, casi imposible de replicar o aspirar a ello. En parte, tal vez 
tiene que ver con algo singular sobre su persona. Cuando lo presenté, hace 
unos meses en Berkeley (marzo de 2017), dije que Falla era antropólogo y 
jesuita. Él me corrigió diciendo: «soy un jesuita, que también es antropólogo». 
Como investigador social, Ricardo Falla es testigo, alguien que documenta 
minuciosamente, pero que además, da a conocer sus investigaciones, más 
allá de nuestro pequeño mundo académico. Al documentar atrocidades e 
injusticias, él involucra al lector. Su método es tan meticuloso que lo hace 
difícil de cuestionar, contradecir o eludir la documentación.

La interacción de Falla, se asemeja a la metodología de Paulo Freire y a la 
Teología de la Liberación. La práctica antropológica de Ricardo conlleva 
una especie de «llamado», es algo intangible e intensamente humano, una 
inspiración, una guía, una chispa que lleva hacia un gran compromiso 
humano

7

. Después de todo ¿qué es la antropología, sino una profunda 

curiosidad sobre la condición humana?

6

 Beatriz Manz, Paraíso en cenizas: una odisea de valentía, terror y esperanza en Guatemala (México: Fondo 

de Cultura Económica, 2010). 

7

 Beatriz Manz, «Reflections on an Antropología Comprometida: Conversations with Ricardo Falla», en 

Fieldwork under Fire: Contemporary Studies of Violence and Survival, editado por Carolyn Nordstrom y 

Antonius C. G. M Robben (Berkeley: University of California Press, 1995), 261-274.