mil muertes, principalmente de familias de campesinos indígenas, serían 
el resultado estimado de la acción más violenta impulsada por el Estado 
guatemalteco –y sus gobiernos– en la época de la violencia. 

En una ocasión, durante una visita a los campos de refugiados en México, 
Falla conversó con algunos miembros de la guerrilla, y juntos planificaron la 
atención pastoral requerida por algunas comunidades que deambulaban en 
la selva y se resistían a salir y refugiarse en los campos del lado mexicano. El 
rostro de la amada, ahora, se mostraba con plenitud y epifanía desgarradoras. 
Era el año 1983, y el acuerdo fue iniciar este acompañamiento en la selva 
de Ixcán. Las CPR germinaban, el corazón y el cuerpo desangrado de la 
amada se mostraban con vigor y determinación. Esta sería una relación de 
reencuentros y despedidas que duraría hasta que en el año 1992, cuando, 
para la Navidad, saldría cargado de tamales y compromisos para ya no 
volver. Así inició una nueva etapa de rico sentimiento de lejanía, aunque 
pleno de madurez y de afectos que él llamó «amor de vaciedad profunda». 
Un amor que duele por la ausencia, pero que se realiza y glorifica con la 
memoria y el reconocimiento de las CPR como población civil.

De nahuales y de venados

El primer avistamiento del venado, su primer brinco entre los montes, se 
da en el epígrafe del capítulo tercero de Historia de un gran amor. Es una 
cita del Cantar de los Cantares que hace Falla en esta sección de la historia. 
El venado es otra alusión metafórica sobre cómo se expresa la energía 
del nahual. Por un lado, conlleva símbolos y mensajes significativos: al 
conocerla y vivir junto a ella se justifica la misión –la razón– de la vida 
de quien la acompaña; el consejo, la palabra y la seguridad de la promesa. 
Por otro lado, la presencia física, que implica la confianza, la solidaridad, 
es decir, la parte humana compartida con la «vida en resistencia», hace de 
Falla una nueva presencia que ahora puede escuchar, documentar, escribir 
y revelar; en este caso, la convivencia junto al martirio de «la amada». 

El misterio se desoculta cuando el venado, un nahual que habita y se mimetiza 
con las personas en su cotidianeidad, comprende que su verdadera misión 
es ser el amado, ser el padre, el dador de vida. Por esto la «revelación» 
contiene las dos noticias: la verdad en el mundo, lo humano, el dolor, la 

232

U

NIVERSIDAD

 R

AFAEL

 L

ANDÍVAR

V

ICERRECTORÍA

 

DE

 I

NVESTIGACIÓN

 

Y

 P

ROYECCIÓN

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

violencia; y la verdad trascendental, el amor que origina a la creación y a 
sus criaturas. Por eso, Falla lo llama «el esposo de los pueblos» y se expresa 
a través de varios rostros que lo representan con afecto profundo, valor y 
sacrificio: las vidas y acciones realizadas por el padre Guillermo Woods, 
Rafael Yos Muxtay, Fernando Hoyos, Myrna Mack, entre tantos otros, 
que comparten esta espiritualidad e inmortalidad. Sin embargo, Falla lo 
revela en su última consecuencia cuando, a través de su inspiración en una 
petición ignaciana, él se sentaba a orar para recibir el don de aprender a 
conocer y a amar a este pueblo sufriente. De ello, no tenía duda, estaba la 
presencia real de Jesús. 

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Hay dentro del libro Historia de un gran amor una frase que ayuda a continuar 
con estas anotaciones: «(…) porque la ama y porque desea amarla más y 
servirla, y no porque quiere escribir un libro sobre ella»

9

. Ricardo Falla 

habla de una conciencia y no de un evento. Habla de ser persona, de poder 
ser uno con la comunidad, y así, su sola presencia se convierte en lo más 
valioso. Es definitiva y permanente, además, porque se le ha inscrito con 
tinta indeleble, como un «tatuaje en el corazón». La imagen que convoca a 
asumir consiste en la historia de los múltiples y constantes encuentros con 
los miembros de los campamentos que deambulaban por la selva, como, 
en este caso, el de Ambrosio

10

; quienes huían del ejército que los perseguía 

y acosaba constantemente con desapariciones, torturas y muerte. Falla y el 
equipo de pastoral recorrieron y pernoctaron en distintos campamentos, 
bajo constante asedio de guerra, llevando consuelo y esperanza a estas 
personas aterrorizadas por los peligros de la persecución y el riesgo en 
sus vidas. Estos pequeños campamentos fueron el rostro y la existencia 
auténtica de las comunidades en resistencia. 

Cuando Falla y su pequeño grupo de acompañamiento pastoral alcanzaron, 
en esta ocasión al grupo de Ambrosio, le contaron de inmediato que el 
grupito acababa de ser sorprendido por los soldados y que habían tenido 
que huir, con tanta prisa, que apenas recogieron algunas de sus ollas, tinajas 

9

 Falla, 

Historia de un gran amor, 42.

10

 Existían alrededor de doce campamentos formados por pequeños grupos de personas que eran 

reconocidos por el nombre de la persona responsable del grupo, normalmente el Principal de 

su comunidad.

233

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RESISTENCIA

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.