4

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NIVERSIDAD

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AFAEL

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ANDÍVAR

V

ICERRECTORÍA

 

DE

 I

NVESTIGACIÓN

 

Y

 P

ROYECCIÓN

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

¿Quién es Ricardo Falla? Quizás esa no sea la pregunta pertinente. Esta 
compilación de escritos dedicados a Ricardo Falla se aleja un tanto de la 
persona como foco de atención por sí misma y busca presentar al lector qué 
es lo que la obra de este antropólogo representa en términos de trabajo en 
investigación social en nuestra convulsionada región. ¿Con qué análisis ha 
contribuido a comprender mejor nuestras sociedades, qué motivaciones ha 
tenido como investigador, cuál es –en suma– la pertinencia de su trabajo? 
En otras palabras, cuáles son sus aportes y cómo estos nos interpelan a 
nosotros –jóvenes y menos jóvenes– en nuestra vida cotidiana y en nuestra 
forma de aproximarnos a los fenómenos sociales. 

Cualquiera que haya leído un trabajo de Ricardo Falla encuentra que este 
antropólogo sui géneris evade las respuestas pomposas a las problemáticas 
sociales que pretende explicar. Como bien escribe Ismael Moreno, S. J., 
–Melo–, «los escritos de Ricardo Falla son siempre provocadores, claros, 
directos, sencillos e iluminadores. (…) Falla habla tan claro y directo como 
igualmente lo hace en sus escritos»

3

En el texto que escribe Juan Hernández Pico, compañero jesuita y, 
sobre todo, amigo del autor, se hace notar que el hilo conductor de los 
trabajos de Falla es el Amor, el amor a la gente con la que vive y trabaja. 
Sus investigaciones reflejan con honestidad intelectual esas motivaciones 
que atraviesan la trayectoria del autor. Creo que esa es una de las primeras 
lecciones que retenemos al leerlo: como investigadores debemos ser 
lo suficientemente honestos y transparentes con lo que nos motiva.  
De hecho, esas motivaciones ilustran cómo el detonante de las preguntas 
de investigación se produce porque el investigador –en este caso, Ricardo 
Falla– tiene preocupaciones e inquietudes latentes sobre la realidad.

Su objetivo como investigador es tratar de entender, como él mismo dice, 
los «resortes» de los problemas sociales. De suerte que la motivación 
de compartir la vida con los otros recorre la obra de Falla, desde sus 
introducciones hasta sus conclusiones.

3

 Ismael Moreno, S. J., «Los escritos hondureños de Ricardo Falla», en Cuadros sueltos que prefiguran 

el siglo XXI. Honduras 1993-2001, vol. 2, colección Al atardecer de la vida... Escritos de Ricardo 

Falla, sj. (Guatemala: Avancso, URL, Edusac, 2014), xxi.

5

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IZBETH

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RAMAJO

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

Obviamente aquí tendrá algo que ver su vocación sacerdotal: Ricardo 
Falla es jesuita por elección. No ha sido un trayecto fácil. ¿Y por qué 
habría de serlo? Escogió ser antropólogo y jesuita en un momento en el 
que como bien dice Michelle Perrot

4

, no había un lugar cristiano neutro.  

En América Latina, escribía Luce Giard

5

 sobre Michel de Certeau, 

«abstraerse de lo político –como investigador y como jesuita– es aceptar 
una política, la misma que espera de las autoridades un apoyo por lo menos 
tácito». Ricardo Falla decidió que no se iba a abstraer, que ese no era el 
camino que iba a tomar y que, en todo caso, su investigación iba a dirigirse 
a entender por qué y cómo nuestra sociedad se reproduce –no desde una 
mirada del poder, sino desde la óptica de aquellos hombres y mujeres que 
libran una lucha diaria por la vida–. Falla se preocupa por ponerles un 
rostro. Los otros más que objetos/sujetos de investigación son parte de su 
biografía: los que le dan sentido a su vida. 

Volvamos a la pregunta inicial desde otra perspectiva, ¿de qué madera está 
hecho este árbol de más de ochenta años? Él mismo escribió para prologar 
la colección de escritos de Ricardo Falla:

Mi vida se está acabando. Así somos a los 80 años. Como un sol que se pone, pero 
antes de hundirse en la oscuridad, se hace más rojo. Las energías se van acabando, 
pero el amor se acrecienta, aunque la insatisfacción es enorme, porque ya cuesta 
mucho que se plasme en obras

6

.

Las obras hablan por sí mismas y, en ellas, intuimos que hay un mismo 
aliento que las recorre: su mirada inquisidora. Es una mirada que quiere 
entender pero, sobre todo, que quiere comprender las cosas que han 
movido esa mirada, que la han fragilizado, que le han inquietado, que le han 
dolido. No, no es un jabalí de pelo blanco

7

 inmune a su entorno. Sus presas 

las devora para sacar de ellas instrumentos que ayuden a comprender por 
qué esta realidad que tenemos es así, por qué Guatemala, no la Guatemala 
abstracta, la construida por los libros oficiales de Historia, sino la Guatemala 

4

 Michelle Perrot, «Mille manières de braconner», Le Débat, núm. 49 (1988): 117-121.

5

 Luce Giard, «La búsqueda de Dios», en La debilidad de creer, de Michel de Certeau (Buenos Aires: 

Katz Editores, 2006), 7-26.

6

 Ricardo Falla. Del proceso de paz a la masacre de Alaska. Guatemala 1994-2012, vol. 1, colección  

Al atardecer de la vida... Escritos de Ricardo Falla, sj.  (Guatemala: Avancso, URL, Edusac, 2013), v.

7

 Ricardo Falla, Juventud de una comunidad maya. Ixcán, Guatemala (Guatemala: Avancso, 2006), 9.