Hacia la «salida al claro»

En junio de 1990, «Marcos» empezó a lanzar en conversaciones y en 
distintos procesos de formación la pregunta: «¿Y qué vamos a hacer 
cuando la guerra termine?». A ciencia cierta, no sé si la consigna «salida al 
claro» era de él o de la gente. La pregunta inició con una reflexión masiva 
en las CPR y luego desembocó en la incidencia para iniciar los Acuerdos 
de Paz. Comparto el argumento de Santiago Bastos que me salvó de hacer 
otra aseveración atrevida en estas reflexiones:

Claro que han pasado 20 años, y eso es mucho tiempo; pero sí me acuerdo cuando 
las CPR aparecieron públicamente, anunciando su salida al claro. Eran años aún 
oscuros en que la paz estaba empezando a balbucearse, en que viajar por el país 
implicaba toparse con el ejército en todas las cunetas y los caminos, y con la 
mirada de los patrulleros, vacía y con miedo, en la entrada de cualquier comunidad. 
Recuerdo los momentos de la salida al claro ligados a la imagen de Ricardo Falla en 
la revista Crónica, acusado por el ejército de ser guerrillero; y cómo no, a la muerte 
de Myrna, que nos recordó dónde estábamos parados y los límites de lo posible.

Por todo esto, ahora a veinte años de distancia, claro que me acuerdo de las CPR, 
y con la distancia uno se da cuenta de la importancia que tuvo su decisión. Desde 
acá, quizá sea demasiado arriesgado decir que la salida al claro marcó el inicio de 
esa vía civil que acabó llevando a las negociaciones de paz. Pero lo que es seguro es 
que fue un paso fundamental para romper el muro de impunidad y silencio sobre 
los que el ejército quería construir la «democracia» y la «paz». Solo por eso, los 
guatemaltecos no podemos menos que agradecer a esas miles de familias que, si 
un día decidieron resistir escondidos en la montaña y la selva, después decidieron 
seguir haciéndolo desde el claro, (…) y ahora nos recuerdan que están dispuestos 
a seguir resistiendo y que su lucha será semilla de futuro

41

.

Como asevera Antonio Mazón S. J., «la investigación es descomponer lo 
imposible»

42

. De las preguntas tan incisivas de Ricardo bajo la selva en 

1990 han arrancado procesos de descomposición de lo imposible tan 
importantes para el proceso de paz en Guatemala.

Ricardo no logró ver la descomposición final de lo imposible en Ixcán, 
porque no experimentó la masiva «salida al claro» con el CPI y la población. 

41

 Santiago Bastos, «Salir al claro, tumbar el muro» (Scribd, 2010), 1 y 4, https://Www.Scribd.

Com/Document/37534006/SALIR-AL-CLARO-TUMBAR-EL-MURO

42

 Antonio Mazón, comentario a su ponencia en la Cátedra de Realidad Nacional, «Epistemologías 

y Transformación Social», 27 de junio, 2017.

160

U

NIVERSIDAD

 R

AFAEL

 L

ANDÍVAR

V

ICERRECTORÍA

 

DE

 I

NVESTIGACIÓN

 

Y

 P

ROYECCIÓN

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

Durante años, fue insigne en resistir los deseos de sus superiores jesuitas 
para que saliera de Ixcán, hasta que la salida al claro de las CPR estuvo 
en marcha. Tuvo el apoyo inesperado de obispos, nuncios y hasta de la 
Santa Sede en Roma, para mantenerse en las CPR. Sin embargo, llegó a 
ver la salida final al claro de las CPR. En noviembre de 1992, durante una 
ofensiva militar, Ricardo, junto con tres comunidades de las CPR, más de 
700 personas, tuvieron que huir, penetrando la vegetación de la selva para 
salvar la vida

43

. En esa ocasión, el ejército destruyó las tres comunidades, 

quemó sus granos guardados. También descubrió el buzón que servía al 
mismo tiempo como biblioteca, archivo parroquial, bodega de baterías, 
cámaras, proyectores y, sobre todo, como repositorio de los documentos de 
investigación, entre los cuales estaba la investigación sobre la producción, 
presentada en el anexo a estas reflexiones.

Después de confiscar las pertenencias, las fuerzas armadas aprovecharon 
este momento, a través de su máquina propagandística, para lanzar ataques 
fuertes contra la Iglesia católica y contra el «comandante sacerdote»

44

. A 

pesar del apoyo que los obispos católicos manifestaron a favor de Ricardo 
y de la defensa de su trabajo pastoral en las CPR, la coyuntura había 
cambiado. La Compañía de Jesús decidió que Ricardo no se debía quedar 
en las CPR, así que le tocó el exilio otra vez antes de poder acompañar la 
salida al claro (la cuál tardaría un par de años más).

Su nuevo destino fue el norte de Honduras, como párroco de la Parroquia 
San Isidro Labrador (julio de 1993) en Tocoa, Honduras; mientras en Ixcán 
lo reemplazó el padre Ismael Moreno, S. J. Posteriormente, cuando el recién 
ordenado padre Francisco Iznardo S. J., fue asignado como acompañante 
pastoral de las CPR de Ixcán, el padre Melo (Ismael Moreno) regresó a 
Tocoa y Ricardo pasó a ser el director del Equipo de Reflexión, Investigación 
y Comunicación (ERIC), en Progreso; puesto que ocupó hasta su regreso 
del exilio en Honduras en 2001.

43

 Minor Sinclair, The New Politics of Survival (Nueva York: Monthly Review Press, 1995), 98.

44

 ibid.

161

P

EDRO

 E

MILIO

 M

ARCHETTI

R

ICARDO

 F

ALLA

, S. J. 

EL

 

DETALLE

 

DEL

 

TRÍPTICO

 

DE

 

SU

 

VIDA

INVESTIGACIÓN

FORMACIÓN

 

E

 

INCIDENCIA

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.