126
U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
colonia de casas de los empleados de la compañía. En Santo Tomás de
Castilla nuestro contacto fue un sacerdote conocedor del movimiento del
puerto, donde se construiría la terminal del oleoducto para el petróleo
extraído en Rubelsanto.
Recorrimos un buen trecho de la carretera de la FTN en construcción.
Entramos por Sebol, es decir, partimos de Cobán y tomamos luego la vieja
carretera de terracería construida en época de Ubico. Al ascender por esta
ruta, encontramos con frecuencia camiones que transportaban petróleo
crudo. Su presencia se anunciaba con anticipación por el inconfundible
olor del crudo. Al encontrarnos con uno de estos camiones, nos veíamos
obligados a retroceder, hasta encontrar un switch para salir del camino y
permitir el paso al enorme y pesado vehículo.
A ambos lados de la FTN vimos grandes extensiones ya sin bosque, que nos
confirmaban lo leído sobre la desforestación provocada por la apertura de
la carretera. Entendíamos que estas tierras destinadas a siembras anuales,
monocultivos o potreros, estaban en manos de jefes militares. Habíamos
leído bastante sobre las características del suelo en la zona. Sabíamos que,
tratándose de terrenos cársticos, la fertilidad de los mismos dependía del
ciclo de los árboles que, al botar sus hojas, producían la pequeña capa de
tierra fértil. Eliminados estos, se eliminaba la posibilidad de mantener la
fertilidad. Vimos también el oleoducto en construcción o, mejor dicho,
en proceso de ensamble y colocación. Nos impresionó que el oleoducto,
sobre el que tanto habíamos leído y se debatía en los medios de prensa,
fuera un tubo de metal de diámetro relativamente pequeño colocado en
una estructura que parecía frágil. Allí estaba el tubo a la orilla de la carretera
que atravesaba todo tipo de terreno, desprotegido.
En cuanto al equipo, en pocas semanas Falla había reunido a un muy
interesante equipo de investigación, entre cuyos miembros se contaban
varios antropólogos. Éramos un grupo de nueve; cuatro guatemaltecos
y cinco extranjeros: dos mujeres, siete hombres; seis religiosos, tres que
no lo éramos. La distribución del trabajo fue una combinación de tema
y territorio. Así, hubo tres ubicados en municipios atravesados por la
carretera de la FTN: uno en Santo Tomás de Castilla; uno en Entre Ríos,
Izabal, donde había tierras en disputa entre campesinos y un oficial del
127
C
LARA
A
RENAS
B
IANCHI
E
N
BUSCA
DEL
PECECITO
DE
COLORES
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
Ejército; dos en El Estor para estudiar lo relacionado con la mina de
níquel; y dos en San Cristóbal Verapaz para investigar la construcción de
la represa en el Chixoy.
Chahal
En la asignación de lugares de trabajo, me tocó hacer una de las investigaciones
en un municipio atravesado por la carretera: Chahal, Alta Verapaz. Hubo
otro investigador en Raxruhá (en aquel tiempo, perteneciente al municipio
de Chisec) y otro, que era Falla, en el parcelamiento Fray Bartolomé de las
Casas (entonces, parte de Cahabón), quien también trabajó en la cabecera
de Chisec.
Hicimos, con Falla, una rápida visita a la cabecera de Chahal para resolver
los asuntos operativos: alojamiento, alimentación, etc. Luego, llegué en
mi pequeño carro recorriendo, con relativa facilidad, la carretera de la
FTN en construcción, a pesar de la lluvia y el lodo, lo que mostraba el
trabajo constante de las compañías constructoras. Me alojé en una casita
desocupada situada en la ladera de una hondonada.
El pueblo era pequeño y estaba habitado fundamentalmente por familias
ladinas originarias del oriente del país. El municipio en su mayoría era
q’eqchi’. Uno de los primeros datos que frecuentemente me daban las
personas era que los padres del presidente de la República, Romeo Lucas
García, estaban enterrados en el cementerio de la localidad y que en el
municipio había una finca de su propiedad.
Yo buscaba entender cuáles eran los cambios que la nueva carretera estaba
produciendo en el municipio, cómo los veía la gente del lugar. Cuando se
recorría la carretera en construcción, podían verse a los lados de la misma
y en casi toda su longitud, pequeñas ventas o tiendas que iban surgiendo
día a día. Se vendían, sobre todo, bebidas (como gaseosas o cocos), bolsitas
de galguerías, alguna comida hecha del momento como elotes asados.
Comentar sobre estas pequeñas ventas ayudaba a entrar en las novedades
y compararlas con la vida del lugar hacía apenas unos pocos años. Recogí
relatos detallados que me permitieron darme cuenta cómo Chahal iba, por