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U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
de 1980. Gonzalo y María Teresa, sus hijos, llegaban con sus propias
inquietudes. Llegaban religiosas de la Asunción, de la Sagrada Familia, de las
Misionera Cruzadas de la Iglesia, de las Madres Mercedarias de Bérriz y del
Inmaculado Corazón de María (ICM). Siempre acompañó a la comunidad,
Julia Esquivel, evangélica y ecuménica, con quien colaboramos asiduamente.
El equipo más estrecho e integrado en la investigación y en la acción social
rural o urbana eran los estudiantes de diferentes disciplinas: Luis y Lucy
Estrada, César Vera, Conchita Ajmac, Dora Mirón, Amparo García, María
Eugenia Díaz, Rokael Cardona, Romeo Cartagena, Pablo Ceto, Emeterio
Toj, Martín Tabico y el salvadoreño Julio Quintanilla. No faltaban tampoco
las visitas de los familiares como doña Teresa, madre de César Jerez y
Guillermo, su hermano. Llegó el padre Fernando Hoyos y su hermana Pilar
desde España. Nunca podremos olvidar la visita que nos hicieron los padres
y hermanos de Fernando Ascoli, buscando consuelo el 28 de julio de 1976,
al día siguiente de la caída de Julio, su hijo pequeño, ametrallado por tierra y
aire en una humilde vivienda donde tenía su logística una célula del Ejército
Guerrillero de los Pobres (EGP) en Ciudad Satélite, Mixco. Una bruma de
tristeza que no se despejaba, invadió aquel día la comunidad.
Sería interminable la lista de catequistas y líderes comunitarios que
visitaban el proyecto, de quienes simplemente con escucharles se aprendía
algo siempre. El recuento es una muestra insuficiente de las redes que se
tejían desde la Comunidad de la Zona 5. En esos años eran poco usuales
esos movimientos en el corazón de una colonia pobre y bulliciosa, de una
ciudad que comenzaba a ser más pobre y extensa.
También llegaban, al comienzo de la década de 1970, militantes
clandestinos de organizaciones revolucionarias en un momento en que se
estaban recomponiendo y buscando nuevas estrategias para el movimiento
guerrillero guatemalteco y salvadoreño. Seguramente, pensaban que en
dicha comunidad se estaba armando algo nuevo y que podía ser un vivero
de prospectos y reclutas. Posteriormente, confluimos con muchos de ellos
en el movimiento social, campesino, cristiano y en las organizaciones
revolucionarias guerrilleras. Muchos murieron en diferentes circunstancias
en la persistente lucha de resistencia que ha desarrollado el pueblo de
Guatemala y centroamericano.
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E
NRIQUE
C
ORRAL
A
LONSO
I
NVESTIGACIÓN
Y
COMPROMISO
SOCIAL
A
FONDO
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
El examen discreto que a estos activistas realizábamos era riguroso y
sistematizado. Ricardo nos había ayudado a elaborar un esquema para
conocer y evaluar aspectos fundamentales de dichas organizaciones. Las
preguntas claves eran qué pensaban de la participación de los indígenas,
de los cristianos y de la población campesina en la lucha revolucionaria,
cuyo corazón queríamos explorar para llegar a él. En aquellos momentos
de poca información y acción de las organizaciones, la investigación sobre
estas formaciones políticas era fundamental.
Una intuición nos decía desde nuestras discusiones en la Universidad
de Lovaina (Bélgica)
9
, –sin ser ningunos expertos en el pensamiento de
Antonio Gramsci ni en los escritos de la joven alemana Rosa Luxemburg–,
que algo no caminaba bien en la manera de enfocar «el trabajo de masas».
Algo se movía en la categoría leninista de «vanguardia» que había que
conocer más de cerca para no ser atrapados por esquemas ortodoxos
alejados de la realidad indoamericana. Este simple ejercicio investigativo
nos fue útil permanentemente para contribuir durante la década de 1970 a
una nueva estrategia de lucha por el cambio social.
Una comunidad interpelante desde abajo
La zona 5 de la Ciudad de Guatemala fue, es y parece que será una
zona urbana muy popular, cercada en ese momento por limonadas
(asentamientos populares), mercados, economía informal, talleres, tráfico
intenso y también nichos de delincuencia. Fue también un experimento
de contrainsurgencia urbana a finales de los años 60, después de la derrota
de la guerrilla rural de enfoque guevarista, intentando incluir a las policías
nacionales en el entramado de la lucha contrainsurgente que conducía el
Ejército nacional para enfrentar el «enemigo interno», «caballo de Troya»
del enemigo internacional de la guerra fría, según su mentalidad. Por esa
razón, la zona 5 era analizada como una zona roja. De este elemento
hay poca documentación y análisis. Fue también el entorno social de un
movimiento organizado de sacerdotes nacionales con mucha raigambre
9
Varios de los estudiantes fundadores de la comunidad habían hecho práctica de magisterio
en diferentes colegios de la Compañía de Jesús en Centroamérica, en el Liceo Javier, en el
Externado de San José y en el Seminario de S. José de la Montaña, de El Salvador, antes de
comenzar Teología en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica).