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U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
The Depths of Research and Social Commitment
Abstract
This essay gives testimony to and analyzes the experience developed by a young group of
Jesuits in zone 5 of Guatemala City, during the decade of the 1970s. It describes the
lived experience and the fabric of research, training, and social praxis that summons
and subverts the traditional form of action in which the institutions of the Society
of Jesus lay entrapped. At the same time, it marks a pastoral and academic option
and vision in Guatemalan society of that epoch. Ricardo Falla, S. J., priest and
anthropologist, assumed leadership of that community, from an option for the poor.
That option identified «the neighbor» as the excluded and suffering whom we have
to get to know and accompany. This experience left a profound imprint, still visible
in researchers, social activists, Christian pastoral agents, and indigenous leaders. The
experience revolutionized the framework and methodologies for working, educating and
organizing in rural communities. It cannot be fully understood without having contact
with and being submerged in Ignatian spirituality, its style of leadership and its way
of «proceeding» through life. Sociological and anthropological categories do not suffice
in order to penetrate the core of this experience which the military regimes of the epoch
rendered unsustainable, putting an end to the community of zone 5.
Keywords: social activists, rural communities, research, jesuits, pastoral vision.
El padre Falla vivió con un grupo de jóvenes estudiantes jesuitas en la
Comunidad de la Zona 5, de la Ciudad de Guatemala, de enero de 1973 a
1979. Aunque este dato pareciera un dato intrascendente a primera vista,
envuelve y da razón a una profunda experiencia académica, social, política y
religiosa que todavía sigue recordándose, escudriñándose y tratándose como
referente en algunos círculos académicos y religiosos. Es sorprendente el
número de personas de diferentes medios de la sociedad guatemalteca que
se acercan a los que participamos y sobrevivimos, confesando –aunque
sea en voz baja– «yo iba a la Comunidad de la Zona 5 los jueves en la
tarde». Una manera de decir: estuve en comunión y en algunos casos en
conspiración con esta experiencia singular e inolvidable.
Han pasado más de 40 años de que un pequeño grupo de jóvenes
estudiantes de la Compañía de Jesús, y otros que habían culminando
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E
NRIQUE
C
ORRAL
A
LONSO
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NVESTIGACIÓN
Y
COMPROMISO
SOCIAL
A
FONDO
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
su formación, encallaron en Guatemala después de pasar por diversas
universidades de América Latina, Europa y Estados Unidos. Entre ellos
estaba Ricardo Falla, concluyendo su doctorado en antropología, César
Jerez y Juan Hernández Pico, finalizados ya sus posgrados en Sociología y
en Ciencias Políticas respectivamente, en la Universidad de Chicago. Los
tres habían terminado «la tercera probación»
1
y se alistaban para pasar a ser
«profesos» o profesionales como miembros plenos con todos los derechos
y compromisos dentro de la Compañía de Jesús. Venían con una madurez
académica poco usual y una espiritualidad ignaciana a toda prueba
2
.
Esta experiencia comunitaria que comenzó en enero de 1973, con una
frescura e ilusión prometedora, concluyó en 1979 por la persecución
del régimen militar de esos años, que la hizo insostenible. Fue una
comunidad que pudo dar cobijo a muchos hombres y mujeres, jesuitas
de Centroamérica, religiosos de otras congregaciones, universitarios,
académicos, investigadores, periodistas, militantes y cuadros políticos de la
democracia cristiana y de la socialdemocracia centroamericana que estaba
en ebullición en esos momentos. Unos eran creyentes a todo riesgo, otros
ateos o agnósticos. Sobre todo llegaban líderes comunitarios, jóvenes
mayas de los grupos Ixil, K’iche’, K’aqchikel y de la costa sur del país con un
potencial liderazgo sorprendente.
Según cuenta el cronista por excelencia de la Comunidad de la Zona 5, Juan
Hernández Pico, S. J., don José Falla Arís –padre de Ricardo Falla, primer
rector y presidente del patronato de la Universidad Rafael Landívar (URL),
además de hombre del mundo empresarial y político constitucionalista de
1945–, en una de las primeras visitas que realizó a esta comunidad, expresó
1
Es una experiencia contemplada en la formación de los miembros de la Compañía de Jesús
después de su intensa formación académica. Ignacio de Loyola lo experimentó como una
necesidad y lo veía en el primer grupo de compañeros. Es un paréntesis de un mes de ejercicios
espirituales para moldear mejor los afectos personales y orientarlos al cumplimiento de la
misión de la Compañía de Jesús. Es «la tercera probación» pues al entrar en la Compañía hay
dos experiencias similares pero más bisoñas, en el noviciado y al finalizarlo.
2
Los integrantes iniciales de esta comunidad –además de Ricardo Falla, César Jerez y Juan
Hernández Pico– fueron Fernando Hoyos Rodríguez, de Vigo (España); Enrique Corral Alonso,
de la Rioja (España); Alberto Enríquez Villacorta y Fernando Ascoli Andreu, de la ciudad de
Guatemala. Posteriormente, se fueron integrando Carlos Rafael Cabarrús y Ricardo Bendaña, de
la ciudad de Guatemala; Juan Soriano, de El Salvador; Napoleón Alvarado y Antonio Cardenal,
de Nicaragua; Ion Bilbao, del País Vasco (España); Alfonso Tocino y Jesús A. Bengoechea,
de España.