84

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NIVERSIDAD

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AFAEL

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ANDÍVAR

V

ICERRECTORÍA

 

DE

 I

NVESTIGACIÓN

 

Y

 P

ROYECCIÓN

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

y «costumbristas» relacionadas con las estructuras de poder municipal y 
finqueras, de todos aquellos agentes que más bien se oponían al sistema de 
explotación y que, en algunas coyunturas, eventualmente protagonizaron 
las acciones de rebelión.

En dirección contraria a esta perspectiva, conviene decir que tras los 
hechos de violencia generalizada, las memorias de catequistas y miembros 
de Acción Católica del pueblo vecino de San Bartolomé Jocotenango 
(que tuve oportunidad de entrevistar en los años noventa) no solo 
relativizaban su proceso de conversión a las ideas de la Acción Católica, 
sino evocaban con fuerza y gran vivacidad los elementos que hacían parte 
de su cosmovisión y el conflicto que supuso para ellos la ruptura con el 
mundo de sus ancestros. 

Al mismo tiempo, analizaban las condiciones de vulnerabilidad y riesgo que 
enfrentaban en las «fincas de la tierra caliente» a partir de la expansión de las 
plantaciones algodoneras a lo largo del litoral Pacífico. De manera recurrente, 
sus memorias hacían referencia a que en estas fincas, la gente contraía un 
nuevo tipo de enfermedades (tuberculosis, malaria, fiebre tifoidea, amebiasis 
salmonelosis, giardiasis) o envenenamiento (intoxicaciones por herbicidas y 
plaguicidas como el Toxafeno, DDT, Clodimerfo o Galecrón y Edría, de 
prolongado efecto y alto grado de toxicidad), para los cuales la sabiduría y 
medicina tradicional no estaba preparada.

En términos generales, la realidad que se vivía en las fincas de la costa 
sur (sobre todo en las algodoneras) a fines de los años sesenta e inicios 
de los setenta, desbordaba la capacidad de respuesta de los agentes 
(Chuch Qajaw, comadronas, guías espirituales) encargados de velar por 
el bienestar y la salud en las comunidades. La ritualidad practicada por 
ellos ya no era suficiente para resolver los graves problemas de esa gente 
que estaba atrapada en un sistema por demás injusto. En ese espacio 
extraño, con lógicas distintas de explotación de las personas y sus recursos 
ecosistémicos, las autoridades ancestrales no lograban hacer justicia. Allí 
imperaba un orden ajeno, diferente a todas sus concepciones acerca de la 
naturaleza, la salud, vida y la muerte

55

.

55

 González-Izás, 

Se cambió el tiempo..., 274.

85

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ZÁS

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REBELDE

UNA

 

LECTURA

 

DESDE

 

EL

 

PRESENTE

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

Es importante subrayar que en sus conclusiones el mismo Falla plantea 
que en los años setenta, al interior de la Iglesia católica y la dirigencia 
del movimiento de Acción Católica, ya se estaba dando «un proceso de 
revisión» de esas «preconcepciones» acerca de las formas de religiosidad 
indígena. Según Falla, este proceso en contra del «etnocentrismo misionero» 
y su carácter discriminatorio inició a partir de la Declaración de Barbados, 
en 1971, la cual espoloneó a los sacerdotes para que hicieran una reflexión 
renovadora para cambiar de actitud en su trabajo pastoral. A partir de ese 
entonces, asegura Falla, algunos sacerdotes entendieron el mensaje de la 
encarnación del cristianismo en las culturas populares –propuesto por 
el Concilio Vaticano II y asumido oficialmente por el Departamento de 
Misiones del Celam en la declaración de Melgar, en 1968–. En el caso 
específico de Guatemala, Falla plantea que la Iglesia empezó a organizar 
encuentros en diversas diócesis para escuchar al indígena y, de este modo, 
surgió una tendencia reconciliatoria que buscaba «restañar la división entre 
Costumbristas y miembros de Acción Católica, aun a despecho de los 
Directivos de esta»

56

En el epílogo de la versión en inglés de Quiché rebelde, que se publicó 
en 2001, Falla expresa: «Por investigar la comunidad fui obligado a 
involucrarme fuertemente en la cultura y en la vida indígena para así ver a 
Guatemala desde abajo, a través de una lente muy distinta de los anteojos 
que estaba usando»

57

. Efectivamente, a partir de este primer estudio, 

Ricardo Falla asumió un profundo compromiso al lado de las comunidades 
indígenas y fue uno de los primeros intelectuales que acompañó a las 
Comunidades de Población en Resistencia (CPR) y que documentó las 
masacres indiscriminadas perpetradas por el Ejército de Guatemala en los 
años ochenta. A partir de entonces, su compromiso e infinita capacidad de 
escucha lo sitúa como uno de los antropólogos cuya extensa producción 
nos permite adentrarnos en los grandes dilemas y trasformaciones que han 
ocurrido en Guatemala.

56

 ibid., 554.

57

 Falla, Epílogo a Quiché rebelde, 147-148.