114
U
niversidad
r
afael
l
andívar
v
icerrectoría
de
i
nvestigación
y
P
royección
Revista Eutopía, año 2, núm. 4, julio-diciembre de 2017, pp. 97-138, ISSN 2617-037X
Comienza entonces para Boc, el camino inverso a la experiencia de 1978,
una donde viajaría precisamente al municipio donde estaba ubicada la finca
Nuevo Mundo. Esta vez no es para ir a formar parte de la columna o
cuadrilla de jornaleros, sino de una columna guerrillera.
A Malacatán llegamos en carro más o menos al mediodía, a las tres de la tarde.
Pasamos por San Pablo, que está a orillas de la montaña. En algún lugar de esta
ruta empezamos la marcha y entramos por la aldea Tuibuj. Luego cruzamos el río
Negro y todos nos tratábamos con el término “compas”
32
.
En el fondo es un paso cualitativamente distinto: de jornaleros que trabajan
para la finca a guerrilleros que buscan acabar con la misma. Boc ya no está
en el bosque colindante con la finca sanmartineca, sino en una montaña
al costado de una aldea indígena Mam. El paso también es significativo:
la montaña resguardó a los agraristas en 1954, mientras en 1980 cobijaba
un nuevo esfuerzo revolucionario con los hijos de los mozos colonos,
jornaleros, ahora armándose.
En su relato, la noche se convierte en el momento tanto de la despedida en
el caserío Kaqchikel como de la bienvenida en tierra Mam:
Entrando la noche con la oscuridad sobre los árboles escuchamos el “¡alto!”
del compañero en posta. Hernán contestó la contraseña. Con una carabina
empuñada vimos al primer compañero joven vestido de verde olivo que sonrió
y terció el arma y dijo: “¡Bienvenidos!”. Abrazó a Hernán y después nos dio
el abrazo a todos. Era Hugo. Otros vinieron al encuentro. Ya en la champa
general, a orillas de la fogata, la luz del fuego se reflejaba en el rostro de los
compañeros y en los uniformes. Llegaban otros compañeros y nos saludaban
con un “¡bienvenidos compas!”
33
.
Este campamento había sido bautizado como El Filtro, dado que ahí
se había producido un quiebre entre la antigua Regional de las FAR y la
reciente ORPA. El comandante Aníbal era el encargado del campamento,
le seguía en jerarquía el teniente Ismael. Habían seis alzados de la Ciudad
de Guatemala, dos de El Salvador y, como ya se mencionó, al menos cinco
32
ibid., 38.
33
ibid.