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Revista Eutopía, año 2, núm. 4, julio-diciembre de 2017, pp. 97-138, ISSN 2617-037X

Anteriormente había escuchado de la guerrilla por dos jornaleros 
huehuetecos, un caporal Kaqchikel y la radio nicaragüense. No será la 
excepción ahora, un vecino le lanza la invitación:

Un líder campesino de la finca La Merced cruzó por el campo del caserío. 
Recordaba haberlo visto antes en el pueblo mas no conocía su nombre. Me 
preguntó: “¡Hola muchacho! ¿Quién es tu papá?”. Rápido le respondí lo que me 
preguntaba. “¡Con ustedes queríamos hablar!”, me dijo otra vez. “¿De qué?”, le 
respondí de nuevo. Me dijo que querían que cinco jóvenes se fueran, sin decirme 
a dónde. Sin embargo dijo: “creo que te gustaría” y yo le pedí que me dijera el día 
en que hablaríamos. “Yo les aviso”, me contestó. “Me quedé muy inquieto, pero solo yo 
guardé dentro de mí esa conversación”

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.

Así inicia el relato de la opción por incorporarse a las filas revolucionarias. 
Una lectura detenida muestra puntos que el autor da por conocidos, algunos 
de una importancia central. Es bueno resaltarlos en la ambientación del 
momento de su alzamiento guerrillero.

Uno, el hombre que cruza por el caserío conoce a su padre y es parte del 
movimiento campesino surgido contra las fincas La Merced y Don Tomás, 
al norte del pueblo de San Martín Jilotepeque. La tradición agrarista de 
1954 y revitalizada en 1974 ahora se realiza en torno a la resistencia, redes 
fomentadas por el comunista Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), 
luego presentes en la región con las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR). 
La ORPA es una escisión de este movimiento por lo que no llega como 
algo completamente extranjero sino con tradición organizativa de lucha 
en esa región Kaqchikel. Dos, sorprende hoy en día la familiaridad con la 
que invita al muchacho a una plática, no solo de concientización, sino de 
ofrecimiento para ir directamente al campamento madre de ORPA. Boc 
relata una atmósfera de disposición en 1980, de entusiasmo, convocatoria, 
llamado. Tres, el movimiento agrarista, campesino, de los adultos se torna 
movimiento guerrillero en los jóvenes. Dos generaciones convergen.

Ante esto, Santiago Boc decide no compartir con nadie el esperado 
encuentro, ni siquiera con su familia. La invitación lo conmueve pero al 
mismo tiempo lo guarda en secreto.

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 ibid., 35, cursiva propia.