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Dirección de Artes Landívar

Jenny: 

¿Y usted de que se ríe?

Wilson:  

Ustedes tranquilos porque el carro les trae su refacción. 

Deberían ponerse la mano así en la conciencia. ¿Qué voy a 

hacer yo? (Pausa).

Jenny:  

Usted se queda callado porque la municipalidad le paga.

Wilson:  

A mí no me dejan vender en las camionetas, tampoco en la 

avenida del centro, porque dicen que doy mal aspecto. Fui 

a vender babosaditas y me sacaron. Me dijeron que no, que 

parecía ladrón. Solo aquí me aceptan y ahora también me 

están sacando.

Jenny:  

¿Qué les voy a dar de comer hoy a mis hijas? ¿Cómo voy a 

ajustar para mi medicina?

Wilson:  

Poli, ¿y para trabajar como usted hasta que edad reciben? Porque 

no hay que tener estudios, ¿verdad?

Jenny:  

Déjenos entrar poli, déjenos entrar… déjenos entrar. ¡Déjenos 

entrar! ¡Déjenos entrar! ¡Dénle muchá! ¡Todos! ¡Pero con 

huevos muchá! ¡Déjenos entrar a trabajar! ¡Déjenos entrar, 

déjenos entrar! ¡Déjenos entrar a trabajar!

(Wilson y Jennifer recuerdan mientras recogen cosas de la 

basura. Patrocinio trabaja apartado de ellos)

Jenny: 

¡Qué buena nos la echamos ayer vos! Ese policía ya sentía 

que nos lo llevábamos de corbata con todo y portón. Estaba 

ahuevado. Menos mal se me ocurrió eso de «Déjenos entrar, 

déjenos entrar, déjenos entrar a trabajar». Si no me hubiera 

dado ese ataque de asma botamos la puerta. Solo yo estaba 

alborotando a la mara. ¿Viste las noticias? (Wilson contesta con 

una mueca negativa). La tele engorda, me hubieras visto los 

cachetes. Vos ni te digo cómo te mirabas. 

Wilson: 

Ahí viene el camión del pastel.

Jenny:  

Corré que si no, no cachamos. ¡Zoila agárrame pastel para las 

nenas! (Salen corriendo tras el camión).