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Dirección de Artes Landívar

también nos tomamos el tiempo para escribir y empezar a dar vida a algunos 

personajes posibles y a explayarnos en nuestros impulsos, sensaciones y 

sentimientos sobre lo observado in situ. Allí se gestaron los tres personajes 

del mundo de los enterrados sin nombre. Supimos que la cantidad de cuerpos 

que en distintas épocas han ido a parar allí son de diversas procedencias. 

Entre ellos muchas de las víctimas de desaparición forzada durante el 

conflicto armado, trabajadores diversos, víctimas de violencia de todo tipo, 

sexo servidoras, migrantes y otros. 

A estas alturas del proceso recibimos un taller de dramaturgia con Luis Carlos 

Pineda, que sin lugar a dudas nos dio herramientas técnicas que aclararon 

una buena parte del camino de la dramaturgia colectiva que queríamos 

hacer. También visitamos la Fundación de Antropología Forense y el Archivo 

Histórico de la Policía Nacional de Guatemala. Una observación nos fue 

llevando a otra, un espacio a otro y en cada uno encontramos referentes, datos, 

pequeñas cosas y lugares que luego se mencionan o existen en el mundo de 

los personajes.

En todas las obras creadas en el laboratorio aparece el tema de la memoria 

histórica, generalmente como una decisión y cuando no ha sido así, de 

cualquier manera aparece; basta con indagar un poco en la historia del país. 

Después de conocer los osarios de «La Verbena» era inevitable para nosotros 

que uno de los personajes fuera una víctima de desaparición forzada durante 

el conflicto. En nuestros procesos los actores proponen y así cada uno con el 

consenso de todos, y siguiendo las pautas para la construcción del personaje, 

va dándole vida a través de imaginarlos, crearles su historia detalladamente, 

escribir mucho sobre ellos y desde ellos para luego hacerlos de carne y hueso a 

través de muchas improvisaciones en las que el personaje se va modificando. A 

veces tanto, que al final no queda ni sombra de lo que empezamos a construir. 

Así nacieron Laura, estudiante desaparecida, Fino, informante de la policía 

y don Eulalio, migrante y cargador en La Terminal, heredero de la sabiduría 

ancestral de su abuelo.

De la investigación nace todo. En esos espacios físicos, históricos, de los 

rincones que cada uno observó, fuimos llevando con nosotros retazos, 

pedacitos de historias, datos, emociones, poemas, escenas posibles, 

sensaciones, olores, personajes que no terminaron de formarse y que a veces 

regalaron algo de su mundo a los que quedaron en la obra.

La estructura se hizo a partir de dos mundos en dos espacios: la fosa en 

donde se encuentran los enterrados sin nombre (como «XX») y basurero 

o relleno sanitario. La relación entre los dos mundos también nos la 

aclaró Piedrasanta: se sigue enterrando «XX», los olvidados del país, los