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Dirección de Artes Landívar

Esta fase de introspección se combinó con el proceso colectivo. La obra Hambre 

y tierra fue creada a partir de una dramaturgia creada en conjunto por las y 

los miembros del laboratorio de teatro. Esta es la primera vez que vivieron 

la experiencia de hacer este ejercicio sin contar con un dramaturgo externo, 

lo cual exigió el ejercicio de tomar en cuenta las propuestas, un proceso de 

toma de decisiones y consensos que representó una mayor complejidad, pero 

también un fortalecimiento del grupo.

En ambos grupos subyace a la obra que se presenta, una especie de obra 

paralela. Allí, en esa obra que nunca observará el público se queda todo 

lo propuesto que se decidió no mostrar, pero que constituye una base 

fundamental para el resultado. 

En el caso del grupo de teatro, hubo un profundo ejercicio profundo de la 

construcción de un subtexto que marcaba la intención de expresión de los 

personajes, algo que el observador nunca podría escuchar, pero que marcó la 

raíz desde la cual se transmitió el parlamento de cada personaje. En el grupo 

de danza, esa obra paralela incluye todos aquellos movimientos e ideas que 

se trabajaron intensamente, pero que ya no formaron parte de ese mar, que 

no es el mar.

El encuentro entre los cuerpos

Para mí fue muy importante observar cómo en el ámbito de la creación 

artística y de la convivencia diaria de ambos grupos, porque existe una 

relación entre las personas, sus corporeidades y la dinámica de los espacios 

vitales, muy distinta a la que se da en otros espacios.

Una constante fue la necesidad de sentirse mutuamente, abordando todos 

los sentidos no solamente la palabra. La pregunta: ¿cómo resuena el otro en 

mi cuerpo?, se mantuvo como una interrogante para lograr una interrelación 

profunda y para el desarrollo de las obras, el desafío de lograr una escucha que 

involucraba toda la corporeidad.

En estos espacios creativos observé un acercamiento constante: abrazos, 

caricias, muestras de afecto físicas que hablan de un sentido de pertenencia, 

respeto, diálogos a múltiples niveles, afecto que se muestra libremente y sin 

temor. Pude presenciar una forma distinta de relacionarse con el cuerpo del 

otro, sin rechazo a los fluidos, especialmente al sudor, a observar ese cuerpo 

desnudo del otro sin prejuicios. Un ir más allá de las ideas instaladas en otro 

tipo de colectivos y en nuestra sociedad en general.