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Dirección de Artes Landívar

paterna, que es K’iche’. No tuve una transmisión del idioma, pero utilizo otros 

lenguajes. He tenido migraciones en mi vida, que también se reflejan en mi 

obra: a los 16 migré a la ciudad y, a pesar del riesgo, mi búsqueda viene desde 

el arte. Entonces, en el contexto de la Firma de los Acuerdos de Paz, en 1996, 

en el centro de la Ciudad de Guatemala se desarrolló el Festival Octubre Azul. 

De allí surgieron los colectivos Caja Lúdica, Casa Bizarra y espacios como La 

Bodeguita del Centro y, en el Edificio de Correos, Folio 114. 

En esa época estuve sola, conociendo la ciudad, caminando por las calles, y 

en los sitios que frecuentaba, me encontraba a más hombres que mujeres. Yo 

era tímida. Mi primera actividad artística se relacionó con el trash attack rock. 

Un domingo llegué y vi solo chicos y chicas vestidos de negro porque era un 

concierto de trash death metal. Allí conocí artistas y poetas que me guiaron. 

Pero también sufrí acoso sexual y discriminación por ser mujer e indígena. Y 

estar allí pese a ello, constituye para mí, un hecho de lucha y resistencia. 

Estudié leyes. Conocí el colectivo Caja Lúdica, dejé los estudios universitarios 

y empecé a hacer gestión cultural. Cuando visitaba a mis abuelos en San 

Miguel Ixtapa, mi familia no comprendía a lo que me dedicaba.

En mi vida, he tenido muchas satisfacciones, he escuchado la voz de mi interior, 

la voz de mi corazón. Soy una mujer maya corrigiendo la autodenominación 

de indígena que yo misma me daba. Me sentía con culpa por no escribir en 

dos idiomas, porque tenía muchos paradigmas que cumplir.

La poeta habla con soltura y con un orgullo que trasmite seguridad, empatía y 

emociones encontradas porque su camino no ha sido fácil en esta sociedad, y 

su palabra ha sabido trascender a través de su poesía, que es, como ella misma 

lo dice, su resistencia y su fuerza. «El arte va ligado a la identidad, porque 

está ligado a la historia y al camino (…) en una búsqueda por vincular la 

formación política con la artística» (traducción de ponencia, Chávez, 2017).

Ya casi para cerrar su participación Rosa acota que hay una gran tradición de 

las artes en nuestros pueblos, reivindicaciones políticas y arte que van de la 

mano, por eso la cosmovisión está viva ahora. Representamos, recreamos. Hay 

lenguajes contemporáneos y también lenguajes apegados a lo tradicional. Sin 

embargo, no se puede valorizar como más maya o no. Y por ello se pregunta 

y nos pregunta: ¿estoy siendo ladinizada si mi voz ocupa otros temas? 

Yo hablo de la vivencia en plenitud de nuestra identidad, de nuestras libertades. 

Y debe haber una alarma si esto se ve afectado. Mi palabra viene de una raíz 

profunda, sé quién es mi bisabuela, mi abuela, mi madre. He estado dispuesta 

a crear… y mi creación seguramente tendrá la voz de mis abuelas y mis raíces.