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Relatos del proceso creativo contemporáneo
no olvido que un compañero de juegos en mi primera infancia me dijo:
las indias no pueden saltar
y yo pego de brincos que truenan
que revientan, que le sacan chispas a la rudeza de aquel desprecio
porque mi piel morena ha decidido sentir el tacto de la libertad
me han dicho sangre rancia, mal ejemplo,
no quiero ser ejemplo,
soy sangre caliente que atiende el llamado de mi voluntad
soy espíritu al que le nacen deseos, espinitas, raíces, troncos, llamados
de este y otros tiempos
morena, sudorosa, sinvergüenza, apalabrada carne morena
carne que baila, que baila con los ojos abiertos y cerrados
que recupera su movimiento
carne y huesos que danzan por toda la alegría y el baile
que le fueron negados a mis ancestros
boca que mastica hongos en el invierno del futuro
boca infantil que fue saqueada por la brutalidad
boca que recupera su canto, su grito, su saliva (2016)
Un silencio estremece el anticipo de la ponencia de Rosa: «Bocas que
recuperan su canto, su grito, su saliva». Ella con soltura, como sabiendo
del impacto de sus versos, nos narra su inicio como artista en la zona del
Centro Histórico capitalino y sus muchas formas de vencer el miedo, la
discriminación cotidiana, la indiferencia o la sorpresa de algunos citadinos
que pueden ser muy crueles a veces. Explica su experiencia propia a través de
la palabra: su palabra, su verso, pero también desde otras experimentaciones
artísticas como el performance y las intervenciones en espacios públicos, en
donde la poesía es la columna vertebral de su producción.
Para hablar de arte y evolución, debo ir al pasado –nos dice–, recordar a mi
abuela, que es tejedora y, aunque no me fue heredado el tejer, yo trenzo las
palabras en la poesía. Y añade: Los procesos de búsqueda nos emancipan como
mujeres y artistas frente al machismo y la discriminación. Las manifestaciones
artísticas están cambiando. A lo largo de 15 años, las complicaciones han
disminuido y ahora se han sumado más mujeres. El contexto del arte es
complicado, complejo y limitado.
El inicio de mi trabajo literario fue a los 13 años, escribía poesía sentimental.
La religión estaba alrededor de mi educación y fui censurada por las monjas
del colegio donde estudiaba –nos dice con soltura y tal vez con algún pesar
que ahora ya no es perceptible a simple vista–. Yo vengo de dos vertientes
familiares, la materna que es Kaqchikel, con una madre feminista que me
formó en libertad, una mujer luchadora, con conciencia social, y mi familia