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Relatos del proceso creativo contemporáneo

CUATRO VOCES, CUATRO CANTOS, 

CUATRO FUERZAS FEMENINAS 

HEREDADAS 

Karla Martina Olascoaga Dávila

No siempre es posible hacer un tiempo entre la dinámica del trabajo en 

el campus landivariano, para ver y oír a las amigas artistas participando 

en encuentros como el XII Congreso de Estudios Mayas, que este año se 

denominó «Pueblos, territorios y descolonización». Sin embargo, el encuentro 

accidental en los pasillos de la universidad con Delia Cúmez, quien fuera 

artista residente del Laboratorio Teatral de la Dirección de Artes Landívar, 

donde trabajo desde hace casi cinco años, me motivó a hacer un alto esa tarde 

de junio.

Unos días antes revisando el programa del congreso, entre varios nombres 

conocidos de ex catedráticos y colegas participantes en el encuentro, vi 

el nombre de la poeta Rosa Chávez, con quien recientemente compartí un 

espacio en 4 Grados Norte durante la presentación del primer fanzine Trance 

que busca incentivar y promover la cultura psicodélica. A Rosa la conocí hace 

algunos años en el lago Atitlán. Nos presentó Lucía Escobar, amiga entrañable 

y compañera de aventuras y luchas que alguna vez nos parecieron imposibles. 

Esa noche conversamos largamente como viejas amigas y sus sabias palabras 

calaron hondo en mí cuando hablamos de tópicos universales, como los que 

solo se pueden tratar en el mágico Atitlán.

A las otras dos artistas que compartían la mesa «Mujeres y arte maya: esencia, 

evolución y transformación»: Ch’umilkaj Nicho, música, y Marilyn Boror, 

artista plástica, las conocí esa tarde en el congreso, y seguro nunca las olvidaré 

por la claridad de sus ideas y por esa fuerza generadora que se respira en ellas, 

justo como en Delia y en Rosa.