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Dirección de Artes Landívar

El panel 1 está conformado por tres hilos discursivos. La mazorca y los 

animales, una pareja en un sitio poblado de animales y plantas, y una 

mano alzada que en su palma posee la síntesis de un caracol. El primer hilo 

discursivo es la exaltación del maíz llevado por animales, el autor lo marca 

como el origen de algo. La planta de maíz se presenta, ostentando sus frutos 

–las mazorcas– y sus estambres machos como un plumero. Esta planta es 

llevada por cuatro animales, según lo menciona el Popol Vuh:

De Paxil, de Cayalá, así llamados, vinieron las mazorcas amarillas 

y las mazorcas blancas. Éstos [sic] son los nombres de los animales 

que trajeron la comida: Yac [el gato de monte], Ultiú [el coyote], Quel 

[la cotorra vulgarmente llamada chocoyo] y Hoh [el cuervo]. Estos 

cuatro animales les dieron la noticia de las mazorcas amarillas y las 

mazorcas blancas. (Recinos, 2005, párr. 4 y 5)

La narración del Popol Vuh permite identificar a los animales que González 

Goyri parece representar, el gato de monte, el coyote, la cotorra y el cuervo. 

Aquí el autor hace énfasis en las patas de los mamíferos y las aves, una prensora 

y otra con las alas extendidas, el cuervo. En esta parte del mural es notorio el 

hilo discursivo del Popol Vuh.

El segundo hilo discursivo, la representación de la unión del hombre y 

la mujer que en un abrazo unen sus cuerpos en uno solo. González Goyri 

remarca en forma elegante y discreta los atributos masculinos, en este caso las 

costillas y en la mujer el busto y el pelo largo. Esta pareja se encuentra rodeada 

de animales, entre ellos la serpiente, el tacuacín, el loro, el murciélago, todos 

bajo el cobijo de un árbol de morro. La figura en forma de corazón horizontal 

es una síntesis de la flor del morro. De esta forma el autor sigue por un lado 

la tradición quiché de Ixquik y su fecundación por la cabeza transformada en 

morro de uno de los gemelos del Popol Vuh y la tradición judeo-cristiana de 

la pareja primigenia en el paraíso. 

A esta escena bucólica se une un tercer hilo discursivo, una mano que 

en su palma abierta muestra a un caracol, una clara alusión al cero o a la 

cultura maya quiché que es detenida y que queda en suspenso. Esta mano 

de dimensión gigantesca domina toda la altura del muro, incomunicando el 

mundo prehispánico con la confrontación bélica que significó. El uso genial 

del caracol, como símbolo del cero, encierra la clave de toda esta cultura que 

se asentó en las actuales tierras de Guatemala.