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condiciones de degradación extrema propias del siglo 20. Un mejoramiento del substrato sería
necesario para facilitar la colonización de las especies forestales, ya que no hay pionera que lo
efectúe.
Para ilustrar este aspecto es importante analizar los resultados obtenidos en un estudio
realizado en condiciones de suelo ácido (oxisoles) en San Carlos de Río Negro Venezuela
(Jordan, 1985). Se analizó la productividad primaria en un claro cultivado durante tres años y
luego abandonado y en el bosque primario adyacente. El contenido de nutrientes del suelo
aumentó después de la destrucción del bosque y el aumento fue mantenido a pesar de los
procesos de lixiviación. Durante su desarrollo, la vegetación secundaria paró la lixiviación que
era tan evidente durante el período de cultivo. En relación a estos resultados, las tendencias
de la productividad fueron los siguientes: El bosque primario testigo mostró una producción
primaria (PP) de unas 12 ton/ha/año. La PP de la parcela cultivada en el tercer año fue solo de
4.1 ton/ha/año y la de la vegetación secundaria en los primeros 3 años de sucesión muy
superior a 7.2, 11.4 y 12.4 ton/ha/año.
Tal como se mencionó anteriormente, la productividad de la sucesión secundaria es
fuertemente afectada por la intensidad de uso del sitio. Sobre oxisoles y ultisoles infértiles en
Pará, Brasil; Uhl, Buschbacher y Serrao (1988) registraron una productividad de la sucesión
secundaria de 10 ton/ha/año en potreros abandonados después de una año de manejo
ganadero. Sin embargo, en potreros abandonados después de 6 años o más de quemas y
pastoreo, la productividad fue reducida a tan sólo 0.6 ton/ha/año y hubo poca colonización de
especies arbóreas.
En términos generales Finegan (1993) plantea un modelo de sucesión secundaria aplicable a
sitios en la zona húmeda de tierras bajas del trópico americano, con suelos no degradados y
fuentes adecuadas de semillas, lo cual incluye tierras cultivadas por lapsos cortos y sitios en
áreas boscosas afectadas por huracanes. Las fases sucesionales que comprende el modelo son:
1. Primera
fase
en los primeros meses después del abandono, el sitio es colonizado por
especies pioneras herbáceas y arbustivas que forman una comunidad baja que puede
ocupar el sitio hasta dos o tres años; a menudo las especies heliófitas efímeras se
establecen rápidamente durante esta fase.
2. Segunda
fase
las heliófitas efímeras forman una comunidad de muy baja riqueza
florística y dominada por una o pocas especies. Crecen rápidamente formando un dosel
cerrado, a veces dentro de los dos o tres años después de abandonado el sitio y
eliminando las especies de la primera fase por su sombra.
La duración de esta fase puede oscilar entre unos diez años como ocurre en Costa Rica (Finegan
y Sabogal, 1988) a probablemente unos 20 años (por ejemplo en Guyana Francesa, Sarrailh et
al., 1990 y Africa, Ross, 1954, citados por Finegan, 1993) o más. La fase termina con la
decadencia de las poblaciones de heliófitas efímeras, pues estas especies no son capaces de
regenerarse bajo su propia sombra.
Durante esta fase se establecen las heliófitas durables, que también a veces se establecen a los
dos años o menos después del abandono, y crecen a la sombra de las heliófitas efímeras.