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aunque las funciones bióticas originales (la habilidad para procesar nutrientes en forma útil 
para las plantas) han sido parcialmente destruidas, con mejoras importantes se puede 
recuperar la productividad.  Estiman que 300 millones de ha (24%) muestran degradación 
"severa", es decir que sus funciones bióticas originales han sido fuertemente destruidas y solo 
con ayuda técnica y fuertes inversiones financieras se pueden recuperar.  Finalmente, 
alrededor de 9 millones de ha (1%) han sufrido degradación "extrema", es decir, degradación 
más allá de sus posibilidades de recuperación (Maass 1993) 
 
El estudio citado señala que México y Centroamérica tienen la tasa regional de degradación 
específica (porcentaje de área degradada en relación al área con cobertura vegetal de una 
región) más alta del planeta. Se reporta que en los últimos 45 años se han degradado (de 
moderada a extrema) 60.9 millones de ha, lo que representa un 24.1% de su superficie con 
cobertura vegetal (Maass 1993) 
 
Por otro, se ha planteado que " vivimos en la época de la vegetación secundaria " (Gómez-
Pompa et al. 1972). Por grandes extensiones de los neotrópicos, las tierras abandonadas 
después de un esfuerzo en vano de cultivarlas son colonizadas primero por especies herbáceas y 
luego por leñosas, y se va desarrollando un bosque secundario que a veces tiene su propio 
potencial para manejo sostenible (Brown y Lugo 1990; Finegan, 1992). 
 
Se dan procesos dinámicos en cualquier ecosistema natural a muchos niveles, en respuesta a 
muchos tipos de perturbación.  De acuerdo con Finegan (1993), uno de los procesos dinámicos 
que se desarrolla a plazo relativamente corto es el de las sucesiones. 
 
Este concepto de la ciencia ecológica trata de un proceso de cambio de la estructura y la 
composición de la vegetación en un determinado sitio, de manera que a lo largo del tiempo, se 
encuentra en dicho sitio una serie de comunidades vegetales diferentes; a menudo, cada 
comunidad es de mayor estatura y biomasa y contiene más especies que la anterior (Finegan 
1993). 
 
El mismo autor señala que se reconocen dos tipos de sucesiones, dependiendo del tipo de 
substrato que la vegetación coloniza.  Las sucesiones primarias son aquellas que se desarrollan 
sobre substratos que nunca antes tuvieron vegetación.  Las sucesiones secundarias son aquellas 
que se desarrollan sobre sitios que son abandonados después que su vegetación natural ha sido 
completamente destruida.  Las sucesiones secundarias se inician más comúnmente en tierras 
que son cultivadas durante un tiempo y luego se abandonan (Sánchez 1982; Finegan 1993).  Sin 
embargo, cualquier fenómeno natural que destruya un bosque inicia también una sucesión 
secundaria (Finegan 1993; FAO-UNESCO 1980). 
 
Por su naturaleza, son la sucesiones secundarias las que adquieren relevancia en los procesos de 
restauración de tierras.  Estas suceden sobre un suelo ya desarrollado el cual es relativamente 
favorable para la colonización de las especies secundarias, además de tener propágulos de las 
mismas (en el banco de semillas, tocones, etc.).  Sin embargo, el éxito de las mismas depende 
del grado de degradación del sitio que, entre otros factores, depende de la fertilidad básica del 
suelo y el tipo y la duración del uso.  Finegan (1993), plantea que mientras más largo es el 
período de cultivo, menores serán la riqueza florística y productividad del bosque secundario. 
 
A este respecto se plantea que las sucesiones secundarias sobre suelos muy degradados 
representan otra situación. Finegan (1993), plantea que en la flora de las zonas húmedas 
tropicales no hay especies adaptadas (ni siquiera las leguminosas fijadoras de nitrógeno) a las