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1.
EL CONCEPTO DE DEGRADACION Y LA NECESIDAD DE
RESTAURACION ECOLOGICA
UICN, PNUMA y WWF (1991), indican que los sistemas degradados son los ecosistemas cuya
diversidad, productividad y habitabilidad se ha reducido considerablemente. Indican además
que los ecosistemas terrestres degradados se caracterizan por la pérdida de vegetación y suelo
y los ecosistemas acuáticos se caracterizan a menudo por sus aguas contaminadas que pocas
especies son capaces de tolerar.
Específicamente las tierras degradadas son aquellas cuya productividad y diversidad se ha
reducido de tal modo que es poco probable que recuperen su estado original a menos que se
apliquen medidas de rehabilitación especiales (UICN, PNUMA y WWF 1991). Este es el caso de
grandes extensiones de tierra en la región centro americana donde incluso, los procesos de
sucesión secundaria son poco exitosos, ya que el fenómeno de deterioro antropogénico es
relativamente reciente y los mecanismos evolutivos que permitirían la adaptación de ciertas
especies a tales condiciones, aún no han operado (Finegan 1993). Tierras parcialmente
degradadas, tienen más posibilidades de rehabilitación.
Por otro lado, se indica que la degradación de bosques se refiere a la reducción de la
productividad y/o diversidad debido a la utilización insostenible de madera (cuando la
sustracción es mayor que la sustitución o se modifica la composición de las especies), los
incendios (salvo el caso de sistemas forestales que dependen de los incendios para su
establecimiento), las plagas y enfermedades, la remoción de nutrientes, la contaminación y el
cambio del clima (UICN, PNUMA y WWF 1991).
A nivel de poblaciones animales, la pérdida de variabilidad genética, debida a depresión
endogámica y pérdida de potencial evolutivo, pueden reducir las probabilidades de
sobrevivencia de una población. De acuerdo a Mackinnon et.al. (1990) el mantenimiento de la
variabilidad genética necesita de un número mínimo de individuos reproductivos lo cual, por
diversas razones, no se cumple para muchas poblaciones animales. En estos casos, pueden ser
útiles diferentes mecanismos que tiendan a restaurar los sistemas a través de la recuperación
de los tamaños mínimos viables de las poblaciones de especies animales.
En términos generales, en el documento cuidar la tierra (UICN, PNUMA, WWF, 1991), se hace
énfasis en que para vivir de manera sostenible es necesario simultáneamente: Proteger los
sistemas naturales; lograr una producción sostenible de los recursos silvestres renovables a
partir de sistemas modificados; lograr una producción sostenible de cultivos y ganado a partir
de sistemas cultivados; lograr un desarrollo de los sistemas construidos, que tenga debidamente
en cuenta las necesidades de las comunidades humanas y ecológicas; y restaurar o rehabilitar
los sistemas degradados.
Acerca de este último aspecto, Harper (1993) plantea que la restauración ecológica es una
ciencia emergente con una profunda importancia en conservación biológica. Los esfuerzos que
se hacen actualmente en este campo son escasos. Sin embargo, a medida que aumenta el uso
de recursos en las diferentes regiones, será más frecuente encontrarse con casos críticos que
requieren de restauración ecológica (Machlis 1993). La restauración de comunidades podría
convertirse en un componente importante de la conservación de la biodiversidad mundial
(Jordan, Gilpin, y Aber 1987; Jordan, Peters y Allen 1988, en Jackson, 1992).