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puede justificarse con el beneficio indirecto que produce, cuando el bosque está en 
capacidad de desempeñar determinadas funciones de protección (del agua, del suelo y 
otros). 

 
2. 

Como regla general, vale decir que donde no puede existir un bosque natural, no se 
debieran realizar intentos de reforestación.  Si el bosque falta por causas naturales en 
sitios donde las condiciones ambientales son muy desfavorables para especies nativas 
(climas áridos, suelos pobres, régimen hídrico extremo, y otros); se puede pensar en una 
reforestación sólo en el caso de que se logren eliminar los factores que impiden el 
establecimiento del bosque (Lamprecht 1990). 

 
3. 

Cuando las causas de deterioro del sitio son antropogénicas, las reforestaciones no 
deben ser iniciadas antes de haber eliminado confiablemente los factores que impiden 
una repoblación natural (Lamprecht, 1990). 

 
4. 

La labor de reforestación puede basarse en gran medida en diversas especies locales 
(Jackson, 1992; Lamprecht, 1990). 

 
5. 

El potencial de regeneración natural puede aprovecharse para establecer sistemas 
agroforestales a través de un proceso de selección de especies deseables (leña, madera, 
forraje, medicinales, fijación de nitrógeno, rápido crecimiento y otras) en áreas 
destinadas a la producción agroforestal.  En poco tiempo será posible establecer un 
sistema de cultivos anuales con árboles dispersos creciendo en un sitio determinado 
(Gálvez, 1993; Imbach y Castello, 1989) 

 
6. 

Las especies exóticas deben ser usadas en la reforestación solamente cuando los 
objetivos primarios sean la protección de suelos y la producción forestal, y cuando la 
especie exótica sea claramente superior a la especie local para estos propósitos 
(Mackinnon et.al. 1990). 

 
 
3.3.

 

INTRODUCCIONES 

 
Proceso que consiste en la liberación deliberada de individuos de una especie dentro de un área 
de la que no son nativos, con el fin de establecer una población auto sostenida y viable (Machlis 
1993).  Las introducciones pueden resultar particularmente útiles para repoblar hábitats nuevos 
o alterados artificialmente; por ejemplo, donde presas u otros proyectos de irrigación han 
creado nuevos lagos y zonas inundables, o en donde proyectos de reforestación han creado 
hábitats nuevos pero faunísticamente muy pobres (Mackinnon et.al. 1990). 
 
Existen muchos ejemplos de especies exóticas que se han vuelto plagas en sus nuevos hábitats y 
que con frecuencia compiten  y desplazan a especies nativas (Mackinnon et.al. 1990; Machlis 
1993).  En este sentido, siguiendo a Mackinnon et.al. (1990) si por cualquier motivo se 
contempla la introducción de especies exóticas, deben considerarse los siguientes elementos: 
1. 

No introducir especies que son plagas potenciales, por ejemplo, que se sepa que se 
alimentan de animales domésticos o de cosechas, que son vectores de animales 
peligrosos, que tengan una alta capacidad de dispersión y de reproducción o bien que 
tengan especies locales ecológicamente equivalentes.