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El DS como concepto es resultado de la presión que se ejerce cuando las 

Sociedades Reconocen el valor del KN y de sus servicios derivados. Esto ocurre 
cuando su deterioro pone e riesgo la continuidad de los servicios ambientales. 

Esto coincide con un rápido crecimiento económico, pero con costos ambientales 
tan altos, que se observan deseconomías importantes en la calidad de vida de 

quienes dejan de considerar el factor económico como el determinante en 
términos de bienestar. Por otro lado, en los países en vías de desarrollo este tipo 

de presiones no existen. Los recursos ambientales, a pesar de su deterioro 

actual, aún no plantean un nivel de escasez importante. Aún en casos donde el 
deterioro ambiental es extremo, la pobreza y la pobreza extrema de gran parte 
de la población determina otro tipo de prioridades ligadas a la sobre vivencia. 

 

Esta relación pobreza – deterioro ambiental, es diferente a la relación 
industrialización – deterioro ambiental, como se cito anteriormente. Mientras 
que en este ultimo caso, el deterioro es dramático y los costos ambientales tan 
altos que el proceso en su conjunto genera deseconomías. En el primer caso, los 
costos ambientales son bajos, los procesos no son irreversibles porque 
normalmente se trata de recursos naturales renovables. Esto hace que, invertir 
en el desarrollo con visión de sostenibilidad en estos países, sea sumamente 
rentable en términos del bienestar de hoy y de las generaciones venideras. Estas 
ideas debieran ser los argumentos en el cambio de prioridades de inversión para 
el desarrollo tanto a nivel nacional como el de la cooperación internacional.   
 
Como se trata de un cambio de paradigma, para que el DS sea viable, en países 
como Guatemala, se requiere de una masa crítica de profesionales tomadores de 
decisión, que ejerza presión dentro y fuera del Estado, antes que la sociedad 
misma ejerza esa presión, que como se vio antes, esta situación no es factible en 
condiciones de pobreza y pobreza extrema. Esta masa crítica debe incidir en la 
sustentación del nuevo Paradigma, para que este se reproduzca a nivel de una 
nueva institucionalidad.  

 
La decisión de invertir en el KN  debe ser un decisión Política y los argumentos 
técnicos que sustentan este tipo de decisiones viene del análisis del flujo de 
intercambios entre la naturaleza y la economía, tanto a nivel de unidades físicas 
como de su valor económico. Solo un ejemplo para sustentar el punto. Sustituir 
el uso de biomasa forestal (leña y otros) en Guatemala representaría la 
importación de 12-19 millones de barriles de petróleo por año con un valor 
aproximado de 342 millones de dólares americanos. Mientras que las decisiones 

de inversión generalmente se toman utilizando criterios financieros, priorizando 
aquellas de retorno inmediato, la mayor parte de las inversiones ambientales son 
de mediano y largo plazo. Bajo este esquema y debido a las distorsiones 
macroeconómicas, normalmente de sobre valoración de la moneda local y tasas 
altas de interés, las inversiones de largo plazo se ven altamente penalizadas. 
 
Valorar el KN es un reto relativamente reciente. La teoría al respecto ha 
evolucionado en los últimos años, a pesar de que los conceptos básicos, tal el