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precios convenidos entre el agricultor y el industrial  asegurando la rentabilidad,  lo 
que adicionalmente  se manifiesta en la estabilidad en los precios al consumidor.  
 
La producción de trigo y sorgo se ha desplomado durante varios años consecutivos y 
prácticamente  ya no juegan  ningún papel en la economía rural.  
 
El comportamiento decreciente del sector agrícola en los últimos años,  se compensó 
parcialmente con el crecimiento moderado de las exportaciones no tradicionales 
tanto agrícolas como de otros rublos, dentro de  las cuales se incluyen 
primordialmente las frutas y hortalizas.  
 
Así mismo,  se han reconvertido muchas unidades pequeñas provenientes del 
altiplano centro occidental y el oriente del país que anteriormente cultivaban granos 
básicos;  maíz, fríjol, arroz y trigo;   en unidades tecnificadas y de producción 
intensiva dedicadas en la actualidad a la producción de hortalizas y frutas.   
 
El cambio se basa en los pequeños productores organizados alrededor de micro y 
medianos sistemas de riego en operación, cooperativas, comités y grupos de 
productores que aplican sistemas mejorados de tecnología.  La vinculación de estas 
unidades al mercado especialmente externo  es evidente  y la misma se realiza en 
forma estrecha  por actividad propia o por medio de empresas de empaque y 
exportación que tienen acceso a mercados de los países de Norteamérica y de 
Europa. 
 
Las frutas y hortalizas se desarrollan  dentro de un proceso productivo y de 
comercialización diferente al de los granos.  En el primer caso  los sistemas de 
producción y  comercialización se asemejan a la producción industrial de productos, 
en los cuales la  eficiencia productiva y competitividad de mercado es parte vital, y 
esta debe estar presente en todos los sistemas y sub sistemas  productivos y de 
comercialización que se presentan prácticamente como redes interconectadas. La 
producción de frutas y hortalizas demanda de mucha mano de obra y esta tiene que 
ser más especializada.  Requiere adicionalmente  de una buena integración y 
aplicación de sistemas de control de calidad y tecnología de punta, no solo en el 
proceso de producción, empaque y comercialización, sino también en los sistemas 
complementarios de aprovisionamiento de insumos y servicios;  en toda esa 
integración y sistematización se deposita la capacidad de competir.   
 
Un proceso similar  se ha presentado desde hace varios años con pequeños y 
medianos productores de café asociados, los cuales se han vinculado a sistemas 
tecnificados de producción de café convencional o de café orgánico integrados a 
cadenas especiales de comercialización lo que ha mejorado su eficiencia y 
competitividad de mercado.