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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

«olor a miel en el bosque y caminos de alfombras de flores 

amarillas que provocaban gratos vértigos» (Payeras1980, 

pp. 47-48). Por otro lado, la circunstancia destinal de 

volverse a la selva, los fue transformando en conocedores 

del lugar y descubrieron secretos de los cuales dependía 

su vida allí. Además, continuaron desarrollando otro 

aspecto fundamental, que ya hemos comentado, que era 

el autoconocimiento del grupo guerrillero en cuanto cómo 

abrirse camino en la guerra revolucionaria. Se trataba 

entonces de dos procesos de transformación, que parecían 

correr paralelos, que estaban produciéndose de manera 

simultánea, pero donde uno dependía estrictamente del 

otro. En tanto la célula guerrillera, iba transformándose al 

internarse en el espacio de lo vegetal. El espacio mismo 

les iba otorgando otra manera de vestir y de caminar 

en el territorio que descubrían, no sin asombro, miedo o 

sorpresa, para la sobrevivencia. Después de atravesar un 

buen trecho de la selva, el grupo se había convertido en 

«un ejército en harapos», una «tropa que se movía por 

instinto» (Payeras, 1980, p. 19). Dentro de esta nueva 

experiencia de reconocimiento del lugar, habían aprendido 

que en Rubelolom:

Los viejos zapotes de la selva están ahí desde el diluvio 

universal. Es una manera de decir que los mismos son 

árboles que para dar se tardan una vida, y que para 

plantarlos sería necesario acostumbrar al hambre a la 

paciencia de las estaciones y el corazón a los riesgos 

del olvido (Payeras, 2013, p. 28). 

Poema donde confirmaba Payeras la presencia de un 

«enjambre complejo» (Argüello, s. f., p. 5) un conjunto de 

seres, objetos, fenómenos y procesos reaccionando, todos 

juntos, a los problemas, desde donde la guerrilla aprendía 

y comprendía a cada paso algo nuevo o algo distinto, en 

medio de la complejidad de la existencia en la selva.