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Cátedra de Coyuntura Internacional
responda al proyecto histórico de emancipación y buen vivir
que emerge en Mesoamérica.
La ilustración y el liberalismo resultaron ser el marco
civilizatorio para los datos que Humboldt sistematizó
sobre geografía, botánica y economía. Las repúblicas se
lanzaron en pos de ese horizonte de progreso, claro, de
forma conflictiva, confusa y contradictoria. Pero las ideas
de progreso y desarrollo se impusieron imbatibles a lo
largo de los siglos diecinueve y veinte. Les cabe, entonces,
la responsabilidad de estar en el centro de las prácticas
económicas y políticas institucionalizadas desde el Estado;
así como de las pautas articuladoras del pensamiento
hegemónico en México y Centroamérica, durante al menos,
ciento cincuenta años, desde la victoria de las revoluciones
liberales de 1870.
Las ideas de Humboldt le permitieron a las élites
mexicanas y centroamericanas imaginar un futuro inmediato,
en el cual la civilización de la razón y el liberalismo eran el
mejor horizonte cultural y social posible para sus naciones.
Sin embargo, no fue así. Por el contrario, ahora comienza
a ser claro que, al pensar el mundo desde Mesoamérica, se
podrá tener alguna esperanza de restaurarlo y rehabilitarlo,
de hacerlo una casa común y habitable para los pueblos.
No es dable que el cambio pueda venir desde afuera, sino
desde lo profundo de la historia y cultura de la región.
Resulta una paradoja de la historia que ahora, a doscientos
años de la indagación que realizó Von Humboldt en la
Nueva España y después de haber ensayado en diversas
fórmulas las propuestas civilizatorias del capitalismo, que
él promulgaba, atestigüemos un presente de devastación
social y ecológica en la región.
Quizá el resumen más compacto y certero, el
diagnóstico de nuestra situación y que sintetiza el momento
histórico de los países mesoamericanos que surgieron de la
Nueva España, lo haya realizado en el discurso de toma de