39

Cátedra de Coyuntura Internacional

Dispuestos a decir unas cosas, pero prácticos para 

hacer otras, los criollos poseían una notable capacidad de 

desdoblamiento ideológico que aparece cuando se revisa su 

práctica política con una perspectiva de largo tiempo. Sobre 

todo, después de los doscientos años que pasaron desde las 

guerras de independencia.

24

 

Humboldt produjo unas ideas que iluminaron buena 

parte del imaginario del proyecto histórico nacional de los 

criollos en la Nueva España. Lo hicieron de formas diversas, 

pero en general, las fuerzas sociales y los actores dirigentes 

de las naciones y los países que surgieron de las antiguas 

colonias españolas en América, siguieron el rumbo que 

trazaban las ideas humboldtianas. Al menos, respecto al 

«deber ser» liberal de las nuevas naciones. 

A fines del siglo dieciocho, se estaban formando 

proyectos de nación en el ánimo de los actores sociales 

dominantes y de las élites privilegiadas de las colonias, 

proyectos que, con un incipiente discurso moderno y liberal, 

profesaban prácticas feudales y una cultura racista. Estos 

aspectos, constitutivos de los nuevos Estados nacionales 

latinoamericanos, fueron visibles casi desde el inicio de la 

experiencia de vida independiente y nunca se fueron. 

Todo ello era parte del contexto y la coyuntura histórica 

inmediata al inicio de las guerras de independencia, una 

coyuntura que el investigador alemán pudo atestiguar 

empíricamente.

24 

«Dueños de ricas plantaciones cultivadas con trabajo esclavo o de enormes 

latifundios beneficiados por el trabajo indígena servil, muchos de ellos 

poseedores de títulos nobiliarios, los criollos aspiraban a una emancipación 

política de España, que los convirtiese en miembros de una clase dominante 

con plenos derechos, y no a una revolución social que, como la francesa, 

repartiera la tierra a los campesinos pobres, liquidara los derechos feudales 

y arrasara legal y físicamente con la nobleza. Lo que querían, en definitiva, 

no era transformar esencialmente a la sociedad colonial, sino mantenerla 

para su exclusivo provecho, cortando de un tajo la dependencia frente a la 

metrópoli y asumiendo el tan ansiado poder político» (Núñez, 1989, p. 25).