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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Argentina
De las insurgentes independentistas de la Argentina
destacan cuatro mujeres.
Juana Moro Jujuy (1785-1874) trabajó organizando
una red de espionaje con mujeres, llamada «Las mujeres
de la independencia». Al ser capturada fue condenada a
muerte, tapiándola en su casa. Sin embargo, unos vecinos
perforaron la pared y le facilitaron comida y agua, lo
que la mantuvo viva hasta que los insurgentes patriotas
la liberaron al tomar Jujuy. Por eso fue conocida como la
«Emparedada».
Mariquita Sánchez de Tompson (1786-1868) lideró
un buen número de tertulias en la clandestinidad, en
las cuales participaban simpatizantes de la insurgencia
independentista. Allí, apoyada por otras mujeres,
convenció a los asistentes para que participaran decidida y
abiertamente en la lucha de independencia. Fue en una de
esas reuniones que en su hogar se cantó el himno nacional
de la Argentina por primera vez.
María Remedios del Valle (1766-1847) alcanzó
el grado de capitana que le otorgó el general Manuel
Belgrano. Los soldados insurgentes la llamaron la «Madre
de la Patria». Era negra y pobre, y aún con sus méritos
revolucionarios murió en la mendicidad recorriendo las
calles de Buenos Aires.
Magdalena Güemes de Tejada (1787-1866) participó
en la revolución de mayo junto a su hermano, Martín
Miguel de Güemes, quien ostentaba el grado de general.
Su casa fue taller para hacer uniformes del ejército de su
hermano. Aprovechó su posición social para montar una red
de espionaje y de información en Tarija, Jujuy y Salta. Su
capacidad política estuvo al servicio de la independencia y
colaboró efectivamente en las gestiones donde se acordó