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Cátedra de Coyuntura Internacional

y a las costas del Pacífico peruano, entonces territorios 

constitutivos del Virreinato de Nueva Granada y del Perú, 

respectivamente. Partió luego por ruta marítima hacia la 

Nueva España, territorio que exploró de marzo de l803 a 

marzo de 1804, en el período previo a la etapa más álgida de 

las convulsiones independentistas en las colonias españolas 

de América. 

Humboldt elaboró su visión de Mesoamérica a partir de 

ese conocimiento y en 1811, siete años más tarde, publicó 

en español su monumental ensayo. Más que un trabajo 

específico sobre México, fue una obra que describió los 

problemas globales y estructurales de lo que los europeos 

consideraron su «nuevo mundo». Fue un hombre que vivió 

plenamente el tiempo histórico que le tocó y testificó su 

complejidad; navegó, viajó a caballo, caminó, observó, 

dialogó, registró e informó, pensando intensamente sobre la 

realidad de ese nuevo mundo. Le tocó redescubrir 307 años 

después del primer desembarco europeo en Guanahani, isla 

de las Antillas, en el mar Caribe. 

Para entonces, a principios de 1800 y en el concierto 

de voces de la política novohispana, no se escuchaba la 

de los pueblos originarios, ni la de las castas mestizas 

subalternas, sometidos como estaban al régimen 

colonial. Allí estaban y existían de muy diversas formas 

fundamentales actores sociales de la economía y la vida 

social de las colonias españolas que no eran visibles. 

Ellos, sus conocimientos, identidad, historia y luchas de 

resistencia, desaparecieron del relato historiográfico del 

siglo XVIII. Más allá de la descripción de algunos rasgos 

y características socioculturales y fenotípicas, la historia 

y la lucha política de los pueblos originarios, tampoco 

se escucharon en los sonidos e imágenes que Humboldt 

registró en Mesoamérica.