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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

simbólico,

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 para atisbar con cierta precisión la situación 

económica y política, son segmentos ilustrados y algunos 

grupos constitutivos de las élites de las sociedades. 

Concatenada a las anteriores, otra crisis está activa. 

Esta es geopolítica y se proyecta con fuerza en la coyuntura 

política nacional y regional. La bipolaridad que existió entre 

el bloque capitalista noratlántico y los países socialistas, 

inaugurada luego de la Segunda Guerra Mundial, se 

disolvió en la última década del siglo veinte y dio lugar a 

un tiempo en el cual reinó, casi exclusivamente, la voluntad 

de las élites neoliberales y transnacionales. Pero el mundo 

unipolar, liderado por Estados Unidos y sus aliados, no ha 

sido duradero y tampoco es estable. 

La actual crisis geopolítica mundial tiene su origen en 

la estrategia de sostener, por la fuerza, la ilusión noratlántica 

de un mundo unipolar que ya no existe. En esa estrategia 

de fuerza, se está usando a la economía y la política como 

armas de destrucción masiva.

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 En esa misma lógica están 

la creación de ejércitos mercenarios o de contratistas,

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la masificación de la mentira a través de los medios de 

comunicación y las redes sociales; la judicialización de la 

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El capital simbólico es el producto del valor instituido de la composición 

de capitales característica, reconocida en función de la estructura de las 

posiciones de fuerza del campo considerado −en arreglo combinado de 

otras especies de capital, de su monto y concordancia del habitus como 

historia objetiva interiorizada−. En su expresión de legitimidad, el capital 

simbólico otorga unas propiedades tan impalpables como decisivas, como lo 

serían la reputación, prestigio, honor, renombre, notoriedad, talento, gusto, 

don, autoridad; pero estas propiedades, y de ahí su elaboración colectiva, 

no pueden existir más que en la medida en que los otros agentes acepten 

reconocer que se les posee, es decir, que lo crean. Las relaciones objetivas de 

poder tienden a reproducirse en las relaciones de poder simbólico. En la lucha 

simbólica por la producción del sentido común o, más precisamente, por el 

monopolio de la nominación legítima, los agentes empeñan capital simbólico 

que adquirieron en las luchas anteriores, y que puede ser jurídicamente 

garantizado (Bourdieu, Pierre, 2013).

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Es el caso de Venezuela, pero también el de Irán, ambos en 2019.

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Se ha implementado en Siria, Irak, Libia y diversos países africanos.