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Cátedra de Coyuntura Internacional
Europa y África), con la zona del Pacífico y, especialmente,
con China, pero también con el «Archipiélago Indio». No
hay duda: Humboldt intenta por todos los medios dirigir
la atención de los lectores a una parte del mundo que
había permanecido más bien a la sombra de los grandes
acontecimientos de la historia mundial de fines del siglo
XVIII y principios del siglo XIX.
La alineación vectorial, ya no espacial histórica
sino móvil histórica, de la Ciencia Humboldtiana, que no
investiga solamente las migraciones históricas de seres
humanos, animales o plantas, sino que se dedica (lo cual,
etimológicamente, se justifica por completo) al mundo de
los trópicos como espacio en movimiento par excellence lo
que es totalmente diferente de la visión desarrollada en la
Filosofía de la historia mundial de Hegel, quien habla de un
«continente del futuro» (que en último término se limita a
Estados Unidos), proyecta un mundo futuro que permite
constatar enormes potenciales de desarrollo, los cuales,
por supuesto, podrían seguir en peligro por la escasez de
interconexión interna, así como, y no por último, por los
conflictos internos y los pleitos fronterizos.
La América Central como encrucijada de una estructura
transarchipiélaga mundial: al día de hoy no se ha cumplido
esta predicción optimista de Alexander von Humboldt. La
«República» de Centroamérica no proporcionó las libertades
que esperaban y guardaban tanto Humboldt como muchos
de sus contemporáneos y corresponsales centroamericanos.
Y, sin embargo, ese ensayo político sobre una parte de la
América hispana que Humboldt nunca recorrió tiene hoy
todavía mucho que decir, también en vista de sus visiones
del futuro. Ese futuro que, desde nuestro punto de vista,
ya hace mucho es pasado, no sólo ilumina oportunidades
que ya desde hace tiempo son históricas, sino que también
facilita una comprensión que sale ganando del fracaso de
etapas pasadas, la comprensión de las posibilidades, pero
también de los riesgos de los procederes futuros.