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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
El presidente de la reserva federal nombrado por el
presidente Carter a mediados de los 70, Paul Volcker, tenía
claro que para atraer capitales de todo el mundo a Wall
Street debía elevar la tasa de interés, la cual pasó de un 6
% en 1971 a un 11 % en 1979 y a 21.5 % en los años 80
ya bajo la administración Reagan de manera que:
Comenzó así una nueva fase. Ahora los Estados Unidos
podían burlar con impunidad un creciente déficit comercial,
mientras que la nueva administración Reagan podía además
financiar la enorme ampliación de su presupuesto de
defensa y sus gigantescas reducciones de impuestos para
los sectores más adinerados de EEUU. La ideología de los
años 80 de la economía de la oferta, el mítico efecto goteo,
las imprudentes reducciones de impuestos, el predominio
de la avaricia como una forma de virtud, etc. todas estas
cosas eran simples manifestaciones del nuevo ‘exorbitante
privilegio’ de América: la oportunidad de expandir su doble
déficit de forma prácticamente ilimitada, por cortesía de la
afluencia de capitales del resto del mundo. La hegemonía
americana había dado un nuevo giro. Había amanecido el
reinado del Minotauro global
(Varoufakis, 2015, p. 140).
No podemos detenernos a tratar con mayor detalle las
causas que provocaron la crisis financiera del 2008, tal y
como las presenta Varoufakis, en todo caso es interesante
mencionar que –para el exministro griego– quien vio venir
la crisis con toda claridad desde el año 2005 (en un artículo
publicado en el Washington Post), fue precisamente Paul
Volcker quien señaló que la economía de EE.UU se mantenía
a flote por la masiva afluencia a capitales del resto del
mundo (2,000 millones de dólares diarios). A pesar de la
baja en los tasas de interés lo cual le parecía absolutamente
insostenible porque ¿qué hacía Wall Street con esos capitales?
Convertirlos en dinero tóxico que condujo en el 2008 a la
quiebra de Lehman Brothers y a la Crisis (con C mayúscula)
que solo fue posible detener cuando –en contra de todos
los dogmas de la ortodoxia neoliberal– tuvo que intervenir
el gobierno federal con todo su poderío financiero, para
rescatar a todos los bancos e instituciones en quiebra (como
la aseguradora AIG y las 3 grandes empresas automotrices
de Detroit), acciones iniciadas por el gobierno de Bush y