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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
otras facultades como el sentido de justicia, es decir, la
capacidad de deliberar y decidir según intereses comunes
y no solo intereses individuales y grupales, y el sentido
de pertenencia a la propia comunidad, reforzado por las
estrechas relaciones a que da lugar el contacto continuo
(Cortina, 2012, p. 91).
Desde esta perspectiva la democracia participativa
vendría a ser entonces «una forma de vida, valiosa por
sí misma» que respetando el «carácter autolegislador de
los individuos, potencia en ellos el sentido de la justicia,
al considerarlos capaces de orientarse por intereses
generalizables, y no sólo por los individuales y grupales, y
es por ello fuente de autorrealización» (ibid.).
La democracia participativa se manifiesta en formas
diversas. Una de ellas se ubica en la democratización de
los subsistemas sociales es decir, en instituciones como las
universidades, escuelas, o en los mismos partidos políticos.
La puesta en marcha de una efectiva descentralización
política puede contribuir a la democracia participativa
también, pero en todo caso hay que tener presente que:
(…) realizar el ideal participativo exige entonces cambiar
el concepto de sociedad civil ligado a la herencia hegeliana
que ha puesto exclusivamente en manos del Estado
la defensa de intereses universales y le ha dotado, en
consecuencia, de un prestigio moral que no merece, si, a
fin de cuenta, como se muestra por las realizaciones, el
Estado no es de hecho el lugar de intereses universales,
sino de equilibrio de intereses sectoriales en conflicto
(Cortina, 2012, p. 157).
En todo caso, esta democratización de los «subsistemas
sociales» debe tomar en cuenta la necesidad de partir de
una nueva concepción del sujeto, según la cual tanto la
autonomía personal como la idea de «autorrealización»
son esenciales para comprender lo que es una democracia
radical que va más allá de la democracia representativa al
profundizarse, gracias a la participación ciudadana.