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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
En consecuencia, hacer compatible las relaciones
sociales y, más aún, la integración social con el sistema
económico es un problema que se agrava y compromete
con dos vías de solución lógicamente excluyentes nos dice
Habermas; por un lado la diferenciación/privatización de la
producción y por el otro su socialización/politización. Las
cuales se enfrentan debido a esas dos estrategias que se
«entrecruzan y se paralizan mutuamente», de manera que:
La interacción de estas variables explica que la
autopresentación simbólica de las élites políticas en la esfera
de la opinión pública este ampliamente desconectada de
los procesos reales de decisión dentro del sistema político.
Correlato de lo cual es la segmentación del papel del elector,
que es a lo que por lo general se reduce la participación
política. La decisión de voto sólo influye, por lo común, en el
reclutamiento de la clase dirigente y, en lo que a motivos se
refiere, cae fuera del alcance de la formación discursiva de
la voluntad colectiva. Todo lo cual tiene como consecuencia
una neutralización de las posibilidades de participación
política abiertas jurídicamente con la institucionalización
del papel de ciudadano
(Habermas, 1987, p. 487).
De que manera avanzar en la solución de esta
problemática es un asunto que Habermas trata en su teoría
de la acción comunicativa. Como sabemos, en esta última el
pensador alemán –a diferencia del empirismo positivista y
del enfoque racionalista propio de la modernidad– enfatiza
la importancia de la cultura y de la visión postmoderna.
Propone el examen de la intersubjetividad y, por ende,
el diálogo para construir consensos como procedimiento
esencial de la comunicación entre sujetos que se consideran
interlocutores válidos, lo cual, trasladado al ámbito de la
participación democrática supone que es indispensable
entender el mundo de la vida como fundamento para la
creación, de –por ejemplo– redes asociativas de ciudadanos
que se orienten por intereses universales –de beneficio
para todos– y que permitan eventualmente superar la
dinámica del conflicto y de los intereses sectoriales que,
como veremos adelante, ello caracteriza la lucha política al
interior del Estado.