116

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

En consecuencia, hacer compatible  las relaciones 

sociales y, más aún, la integración social con el sistema 

económico es un problema que se agrava y compromete 

con dos vías de solución lógicamente excluyentes nos dice 

Habermas; por un lado la diferenciación/privatización de la 

producción y por el otro  su socialización/politización. Las 

cuales se enfrentan debido a esas dos estrategias que se 

«entrecruzan y se paralizan mutuamente», de manera que: 

 La interacción de estas variables explica que la 

autopresentación simbólica de las élites políticas en la esfera 

de la opinión pública este ampliamente desconectada  de 

los procesos reales de decisión dentro del sistema político. 

Correlato de lo cual es la segmentación del papel del elector, 

que es a lo que por lo general se reduce la participación 

política. La decisión de voto sólo influye, por lo común, en el 

reclutamiento de la clase dirigente y, en lo que a motivos se 

refiere, cae fuera del alcance de la formación discursiva de 

la voluntad colectiva. Todo lo cual tiene como consecuencia 

una neutralización de las posibilidades  de participación 

política abiertas jurídicamente con la institucionalización 

del papel de ciudadano

 

(Habermas, 1987, p. 487).

De que manera avanzar en la solución de esta 

problemática es un asunto que Habermas trata en su teoría 

de la acción comunicativa. Como sabemos, en esta última el 

pensador alemán –a diferencia del empirismo positivista y 

del enfoque racionalista propio de la modernidad–  enfatiza 

la importancia de la cultura y de la visión postmoderna. 

Propone el examen de la intersubjetividad y, por ende,  

el diálogo para construir consensos como procedimiento 

esencial de la comunicación entre sujetos que se consideran 

interlocutores válidos, lo cual, trasladado al ámbito de la 

participación democrática supone que es indispensable 

 

entender el mundo de la vida como fundamento  para la 

creación, de –por ejemplo– redes asociativas de ciudadanos  

que se orienten por intereses universales –de beneficio 

para todos– y que permitan eventualmente superar la 

dinámica del conflicto y de los intereses sectoriales que, 

como veremos adelante, ello caracteriza la lucha política al 

interior del Estado.