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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
en Alemania
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. En 1935, y tras persuadirse los palestinos
–tras el congreso sionista de Luzerna, las presiones
escandalosas sobre el Parlamento británico, la negativa
de Londres a poner coto a la inmigración y la transferencia
de tierras de manos árabes a judías– de que en todo
caso Gran Bretaña iba a actuar por y con el sionismo, el
Alto Comité Árabe, a cuyo mando estaba el mufti (líder
político-religioso) El-Husseini, declaró la huelga general
y estalló una auténtica guerra entre los dos grupos en
pugna, consistente esencialmente en acciones violentas
y sus represalias que durarían tres años y tendría como
marco territorial principal la feraz Galilea, que era donde
las compras de tierras generaban mayor malestar
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. Gran
Bretaña necesitó refuerzos militares, aparte de ayudarse
con la propia Haganah judía, y volvió a enviar una misión
de investigación, la conocida como Comisión Peel (1936),
que afrontaba por primera vez la división del país en
dos Estados.
Mientras tanto, crecía la emigración: si la población
judía era de unos 60 000 efectivos en 1919 y 84 000 en
1922, en 1937 ya alcanzaba los 175 000, y llegarían tras el
incremento producido por la persecución nazi a 430 000 en
1939; de un escaso 9 % del total se pasaba en veinte años
a un 30 %: todos los temores árabes se confirmaban, con el
añadido de que las tierras adquiridas por los recién llegados
eran las más fértiles y productivas.
A la Comisión Peel le siguió una «comisión técnica»
de la Sociedad de Naciones (1937) destinada a estudiar
la viabilidad técnica de la partición, y un informe británico
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Este hecho dio lugar al incremento de la inmigración de judíos, inicialmente
alemanes y luego de la Europa central y oriental, lo que las potencias
occidentales veían con simpatía (quizás a cambio de no ofrecerse ellas
mismos, como así fue, como lugar más próximo de asilo para los perseguidos).
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Este periodo de enfrentamientos de 1935-38, el peor de todo el mandato y
que también adquirió el carácter de guerra civil debido a ciertas divisiones
ancestrales entre los árabes, resultó muy gravoso para los palestinos,
que tuvieron 5 000 muertos, 2 000 heridos y un número semejante de
encarcelados. El propio líder El-Husseini se vio obligado a escapar a Líbano
y luego a Alemania (Carré, 1977, p. 92).