67
Cátedra de Coyuntura Internacional
Antes de su redacción final, el texto de esta
declaración fue sometido a la aprobación norteamericana,
en atención a la importancia de la presencia judía en
ese país y teniendo en cuenta las simpatías sionistas del
propio presidente Wilson, que se dejó influir por el más
destacado sionista norteamericano del momento, el juez
Louis Brandeis, prestigioso abogado y poderoso miembro
del Tribunal Supremo de los Estados Unidos.
La declaración, injusta y artera, pasaba por alto
que en 1917 la población total de Palestina era de unos
640 000 habitantes, de los que solo 60 000 (un 9 %)
eran judíos. Se preveía, pues, que habría que proceder
a una masiva inmigración de judíos a territorio palestino
para conseguir, en un cierto plazo, revertir la abrumadora
mayoría árabe existente desde hacía siglos. La declaración
fue aprobada por el Gobierno el 31 de octubre, y dada a
conocer dos días después. En la docena de miembros del
Gabinete de Guerra prevaleció la afinidad por la causa
sionista y solo hubo dos opiniones contrarias, la de Lord
Curzon y, curiosamente, la del único miembro judío
del grupo, Edwin Montagu, secretario de Estado para
la India
9
.
Ni qué decir cuando ambos textos, los Sykes-Picot
y la Declaración Balfour, llegaron a conocimiento de los
árabes en los últimos días de 1917, produjeron una amarga
decepción que los británicos quisieron paliar garantizando
que el otorgamiento de «un hogar judío en Palestina» no
significaba en forma alguna un Estado judío, y que en ningún
caso se obviarían los derechos políticos de la población
estudio The Balfour Declaration (1961). Nosotros hemos seguido en este
asunto a Jean-Pierre Alem en su no menos riguroso La Déclaration Balfour.
Aux sources de l’État d’Isräel (1982).
9
Montagu no se abstuvo de hacer saber al primer ministro: «Habéis sido
víctima de un abuso por un extranjero, un soñador, un idealista que ignora
todas las realidades prácticas», refiriéndose, claro, a Weizmann, y ya desde
la India subrayó que «nuestro [sic] Gobierno ha infligido un golpe irreparable
a los judíos ingleses y se esfuerza en reconocer a un pueblo que no existe»
(Alem, 1982, pp. 108-109).