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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
1915-1916 se deben a varias razones. Una de las cuales
obedeció al interés expresado por Francia de ser parte
en la política de Oriente Próximo, alegando tanto su
carácter de aliado con Gran Bretaña en la guerra en
Europa, que hacía extensible a la región próximo-
oriental, como ciertos «derechos históricos» en la Siria
histórica, derivados del tiempo de las Cruzadas (que, en
su mayor parte es verdad que fueron expediciones de
los francos, que cuajaron en diversos «reinos latinos» en
Palestina durante tres siglos)
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, lo que incluía un interés
especial por salvaguardar para el futuro la Tierra Santa
cristiana. Esto llevó inmediatamente a Francia a sentirse
parte en el diseño político de la región tras la guerra,
obligando a Gran Bretaña a negociar bilateralmente este
futuro, de espaldas a los árabes y alterando consciente y
minuciosamente lo previamente acordado y prometido.
Se producen, así, los conocidos como Acuerdos
Sykes-Picot, negociados entre Gran Bretaña y Francia en los
primeros meses de 1916 por los diplomáticos Mark Sykes y
François Picot, con el fin de establecer la futura presencia
e influencia de ambas potencias aliadas en la región.
Por supuesto que estos acuerdos eran contradictorios
con los anteriores, redactándose además sin informar
a los árabes (que los hubieran rechazado, como así
sucedió), con lo que se inicia un proceso de engaño cuyas
consecuencias siguen sufriéndose en la región cien años
después. El protocolo firmado finalmente el 16 de mayo
de 1916 distribuía la región todavía bajo administración
y control turcos en dos tipos de áreas: de control directo
y de influencia, coloreándolas en el mapa al efecto de
rojo (Gran Bretaña) y de azul (Francia). La novedad de
mayor trascendencia, sin embargo, aparecía pintada
de marrón y correspondía a Palestina, que adquiría un
estatus de internacionalización en atención a los Santos
Lugares, con la excepción del puerto de Haifa, que se lo
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Francia recordaba, además, su intervención armada en 1860, bajo Napoleón
III, en defensa, según ella, de los cristianos maronitas del Monte Líbano. Y
los franceses no pararon, con el final de la guerra y la creación del sistema
de mandatos, hasta conseguir la adjudicación del territorio que luego sería
el nuevo Líbano.