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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
ejércitos de tres de los países árabes que lindaban con
Israel fueron derrotados y humillados, permitiendo a la
nueva potencia ocupar los territorios en los que Naciones
Unidas había previsto la creación de un Estado palestino.
1915-17: Gran Bretaña marca la pauta en el futuro de
Oriente Próximo
Al producirse la entrada en guerra de Turquía al
lado de las potencias centrales (Alemania, Austria-Hungría)
para formar la Triple Alianza en octubre de 1914 y cuando,
desde luego, distaba mucho de ser evidente la victoria de
las potencias de la Triple Entente (Gran Bretaña, Francia y
Rusia, a las que se unirían Serbia y Bélgica), el Gobierno
británico insistió en iniciar conversaciones con los árabes
bajo dominio turco, tratando de atraerlos a su causa en
la guerra. Si bien los árabes del inmenso Imperio Turco
llegaron a considerarse ciudadanos de pleno derecho y
miembros, por supuesto, de la misma comunidad religiosa,
la musulmana, la entrada de Turquía en la guerra (octubre
de 1914), cambió sus planteamientos iniciales, percibiendo
que podían sacudirse esa dominación política y alcanzar la
independencia como un Estado soberano y unificado. De tal
modo que, tras vencer dudas y reticencias, el jerife Hussein,
guardián de los Santos Lugares del Islam y principal figura
árabe del momento, se avino a estas negociaciones.
Se produjo, entonces, un largo intercambio de
propósitos y condicionamientos que tuvieron lugar entre
julio de 1915 y febrero de 1916, y consistió en diez cartas
intercambiadas entre el alto comisario británico en Egipto,
sir Henry McMahon y Hussein, emir del Hedjaz y protector
de La Meca y Medina: los conocidos como «Papeles Hussein-
McMahon». Gran Bretaña garantizaba, a cambio del apoyo
árabe en las operaciones militares de Oriente Próximo, un
Estado árabe independiente tras la guerra, cuyos territorios
se extenderían:
Desde la línea Adana-Mersin hasta el Golfo Pérsico al
Norte, de Persia al Golfo de Basora al Este, del Océano