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Cátedra de Coyuntura Internacional

Esa «perpetuación de la desconfianza y la 

alienación» (un fenómeno esencialmente psicológico, es 

decir, subjetivo) que existe entre Estados Unidos y Rusia 

o China que da lugar a la existencia del clásico dilema 

de seguridad debería poderse cambiar modificando las 

prácticas que dan lugar al mismo

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, de manera que la 

desconfianza y el miedo que se da en la interrelación de 

estas potencias sea superado resolviendo la cuestión de 

fondo (el armamento nuclear)

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.

Si esa es la verdadera cuestión de fondo los escépticos 

argumentarán de inmediato que las negociaciones de 

desarme nuclear no solo plantean dificultades de gran 

envergadura política tanto para concertar las negociaciones 

como para llevarlas a cabo, sino que su horizonte temporal 

solo puede ser de largo plazo. 

A lo anterior podría responderse que lo que se 

impondría como tarea inmediata o de mediano plazo es, 

en todo caso, un cambio de prácticas con base en los 

intereses comunes de las grandes potencias: si tanto a 

los países europeos como a Estados Unidos y a Rusia les 

interesa la estabilidad y la democratización de Ucrania, 

–para continuar con los ejemplos concretos– entonces 

¿por qué no cooperar a fin de promover la neutralidad de 

Ucrania –al estilo de Suiza o Austria–,  alejando de Moscú 

el fantasma de una Ucrania miembro de la OTAN que es a 

lo que le temen los dirigentes rusos? ¿Por qué no levantar 

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 Al fin y al cabo eso es precisamente lo que persiguen las medidas de 

seguridad y de confianza (cambiar las prácticas) que son uno de los 

mecanismos clásicos de solución negociada de conflictos. Para poner 

un ejemplo de la política exterior de Guatemala: en el caso de Belice 

hemos pedido a la OEA poner en marcha un conjunto de medidas que 

van en esa dirección pero que no han funcionado en la medida que no 

es posible cambiar las prácticas mientras no se solucione la cuestión de 

fondo (la validez o no del tratado de 1859) y su correspondiente dilema 

de seguridad (y de allí la desconfianza y el miedo a las agresiones que 

permea las relaciones entre los dos países) dado que solo existe una 

zona de adyacencia entre los dos Estados, no una frontera delimitada,  

cuestión que será posible resolver sólo cuando la Corte Internacional de 

Justicia falle en la controversia territorial existente.

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 Una de las fórmulas podría ser a través de una utilización efectiva de la 

Conferencia de Desarme en Ginebra, al respecto véase Padilla: 2016, pp. 48-51.