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Cátedra de Coyuntura Internacional
la resolución pacífica de conflictos sino que haría chocar a
Beijing con Washington, quien como protector de facto del
Gobierno taiwanés intervendría haciendo que se cumplan
los sombríos pronósticos del realismo ofensivo. Como las
ciencias sociales carecen de la capacidad predictiva que
poseen las ciencias naturales, no queda más que apostar
porque la sabiduría y la paciencia propias del pensamiento
de Confucio y de la milenaria civilización china, o sea la
cultura, jueguen el papel que les corresponde en la solución
de este difícil asunto geopolítico pendiente.
La cuestión de la península coreana ya la hemos
considerado, pero además de reiterar nuestra adhesión a
la perspectiva analítica de Kissinger (con las salvedades en
cuanto al potencial desarme nuclear norcoreano) conviene
recordar la importancia de lo mencionado por Lacoste en
cuanto a la dimensión económica de la relación de China con
Estados Unidos, dado que la posesión de bonos del tesoro
norteamericano proporciona a Beijing una palanca de apoyo
(leverage) que obligará tanto a Washington como a Seúl y
a Tokyo a considerar de manera geoestratégica la solución
pacífica de ese conflicto, dado que la estabilidad económica
mundial depende en buena medida de que China continúe
sosteniendo «la divisa y la economía estadounidense» como
sostiene Lacoste.
Así como la cuestión de Taiwán y de Corea tiene
características económicas insoslayables, los problemas de
Tíbet y del Xinjiang (Sinkiang) tiene aristas y particularidades
culturales sin cuya consideración no se puede no siquiera
entrar en un análisis serio de su naturaleza. En el caso del
Tíbet el papel que juega el Dalai Lama y el budismo, religión
y filosofía, cosmovisión que sustenta el pensamiento de
la mayoría de habitantes autóctonos de ese país, son de
fundamental importancia y lo mismo ocurre con la religión
musulmana para el caso del Xinjiang y las etnias oigur,
aunque en relación a este último, como veremos, también hay
importantes consideraciones económicas que deben hacerse.
El Tíbet es una meseta de gran extensión (2 000
kms de este a oeste y unos 1 500 de sur a norte, más