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Cátedra de Coyuntura Internacional

de verano obligando a toda 

la corte imperial a huir de la 

ciudad. Este atropello brutal 

humilló al emperador Qing 

y determinó que finalmente 

se aceptara la apertura de 

una embajada británica en 

la capital china, pero –como 

subraya Kissinger en su 

libro– la simple aquiescencia 

de China al concepto de 

diplomacia recíproca –como 

esta es practicada dentro 

del sistema westfaliano de 

estados soberanos– se hizo 

de manera renuente e implicó 

un  resentimiento chino 

alrededor del cual una interrogante central que ellos se hacían 

era respecto a si China  contenía  un «orden mundial» en sí 

misma o si, por el contrario, el país no era más que una parte 

añadida a un sistema internacional mayor.

Según Kissinger, era tan central esta cuestión en la 

mentalidad de los gobernantes chinos que se planteaba de 

esta manera en la carta que el emperador dirigió al presidente 

norteamericano Abraham Lincoln en 1863, obligado por 

las derrotas militares y la rebelión Taiping, en la cual se 

manifiesta anuente a recibir un embajador norteamericano 

porque «(...) habiendo recibido con reverencia la comisión 

celestial de gobernar el universo observamos que tanto 

el Imperio del Medio (China) como los países del exterior 

constituyen una familia sin distinción» (ibid., p. 229).   

Entonces, hay que tener presente que, incluso 

en la actualidad, la participación de China en el sistema 

internacional de Westfalia, que es anárquico por excelencia, 

es profundamente ambivalente porque históricamente fue 

obligada por los países occidentales no solo a adherirse a él 

la participación de 

China en el sistema 

internacional de 

Westfalia, que 

es anárquico por 

excelencia, es 

profundamente 

ambivalente porque 

históricamente fue 

obligada por los 

países occidentales 

no solo a adherirse a 

él sino que además 

fue forzada a aceptar 

a los diplomáticos de 

las potencias