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Cátedra de Coyuntura Internacional
Kissinger y el orden Mundial
Para el exsecretario de Estado norteamericano, quien
tiene una visión mucho más sofisticada que el crudo análisis
de realpolitik que hemos resumido en las líneas anteriores,
China es una potencia que por haberse considerado como
el centro del mundo durante milenios, pues su civilización
existe desde mucho antes de que apareciera «el sistema de
Westfalia», cuyos orígenes apenas se remontan al siglo XVII,
tanto las nociones de equilibrio de poder como de soberanía
no solo son ajenas a su concepción del mundo, sino que le
resultan extrañas en la medida que ellos nunca participaron
en el establecimiento de sus reglas y principios. De allí
que para una nación que sufrió intromisiones constantes e
intervenciones militares de las potencias europeas a partir
del siglo XIX estando ellos acostumbrados a ser los amos
y señores del mundo a quienes todos los reinos vasallos
(a excepción del Japón) rendían pleitesía, ahora deben
preguntarse, nos dice Kissinger, por qué deberían sentirse
obligados a respetar un ordenamiento mundial en cuyo
establecimiento no tuvieron nada que ver.
En el sexto capítulo de su libro World Order (2014),
Kissinger nos recuerda la naturaleza de la cosmovisión china
según la cual bajo el «reino del medio» (o Celeste Imperio)
se encontraba «todo lo que existe bajo el cielo», razón por la
cual un sistema internacional con múltiples Estados soberanos
iguales y no subordinados entre ellos era algo del todo extraño
y fuera de su manera de entender el significado del orden
mundial existente.
Enviar embajadores a otro país, que en occidente
se considera un procedimiento normal y civilizado dentro
de la diplomacia, en China no solo era un procedimiento
inadecuado, sino que se rechazaba por considerarse como
una intromisión de extranjeros en los asuntos internos del
Gobierno chino. De manera que cuando el rey Jorge III de
Gran Bretaña hizo llegar un enviado diplomático a Beijing (a
fines del siglo XVIII) en el portaestandarte se podía leer en