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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Hay dos grupos que han sabido sobrevivir a lo largo de 

la historia: (1) la élite empresarial (viejos o «empresarios 

de alcurnia» y no tradicionales o «nuevas burguesías») 

y (2) el crimen organizado histórico tradicional (bandas 

de abogados y exmilitares que actúan como una mafia 

buscando formas de enriquecerse mientras operan en 

paralelo al Estado). En lo que se refiere al segundo grupo, 

uno de los actores más oscuros en la historia del crimen 

organizado tradicional guatemalteco es el militar retirado 

Ortega Menaldo. Su estructura supo penetrar en el Estado 

y durante largos períodos concretó acciones como el desvío 

de dinero de las aduanas, controló los aeropuertos y otras 

instituciones de lucro confiables. Extraoficialmente, han 

afirmado otros columnistas de prensa guatemaltecos que el 

ex general Ortega llevó al llamado Cártel de los Durmientes 

a dominar el plano del poder político en Guatemala. Al 

parecer, el nombramiento de cada Ministro de Defensa en 

Guatemala desde 1986 ha requerido su aprobación.

En contraposición a este grupo paralelo, existe 

el denominado Sindicato, un grupo de militares 

contemporáneos al presidente Otto Pérez Molina. Pertenecen 

a una generación de militares que también ha sido llamada 

la generación 70-30, pues, a diferencia de la cofradía, estos 

militares consideraban que 70 % de la población civil podía 

ser rescatada de estar en colusión con la insurgencia y 

solamente 30 % era «no recuperable». Debido a su forma 

cohesionada de actuar, recibieron el apodo del Sindicato.  

La penetración del narcotráfico en Guatemala es un proceso 

paralelo al retorno a la vida democrática del país sucedida 

en 1986. Las organizaciones criminales guatemaltecas no 

pueden ser tipificadas como cárteles. Son organizaciones 

pequeñas, una suerte de bandas glorificadas. Poseen un 

liderazgo visible y estructuras piramidales han operado 

históricamente debajo de la sombrilla de las organizaciones 

mexicanas, especialmente del Cártel de Sinaloa. Las 

organizaciones mexicanas se han trasladado a territorio 

guatemalteco por varias razones: la presión de la política 

militarista mexicana les ha hecho buscar nuevas rutas 

para el trasiego de los estupefacientes o que la expansión