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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

La historia liberal dice que, si solo liberalizamos y 

globalizamos nuestros sistemas políticos y económicos, 

podríamos producir el paraíso en la tierra, o al menos paz 

y prosperidad para todos. De acuerdo con esta historia, 

aceptada por liberales y conservadores por igual, la 

humanidad marcha inevitablemente hacia una sociedad 

global de libre mercado y democracias políticas. El argumento 

de fondo de esta historia, sin embargo, empezó a perder 

credibilidad a partir del 2008 con la crisis financiera global. 

Las personas que a finales del siglo XX y principios del siglo 

XXI pensaron que podían prosperar siempre y cuando se 

apegaran a las reglas del juego, empezaron a tener dudas 

sobre el éxito del liberalismo. 

La primavera árabe se convirtió en el invierno islámico. 

Regímenes autoritarios en Moscú, Ankara y Jerusalén están 

abandonando los principios de las democracias liberales a 

favor de nacionalismos y extremismos religiosos. Incluso 

los estandartes liberales de las democracias europeas 

parecen estar flaqueando. Ahora las mareas de desilusión 

están llegando en efecto búmeran hasta los países que han 

llevado la historia liberal (a través de guerras e invasiones 

en muchos de los casos) a todos los rincones del planeta. 

 Mientras los ciudadanos europeos internalizaban 

décadas de decepción, el desencanto al liberalismo empezó a 

concretizarse en forma de extremismo por parte de partidos 

políticos. Todos los exits (y los que seguramente vendrán, 

considerando las próximas elecciones de Holanda y Suecia) 

tienen, por lo tanto, una causa más profunda y siniestra de lo 

que los medios de comunicación y academia parecen mostrar 

o siquiera admitir: la crisis moral e ideológica del liberalismo.

El resurgimiento de los movimientos de extrema 

derecha, la intolerancia, la xenofobia y el racismo son solo 

síntomas del fracaso liberal de la última década. Los Donald 

Trump(s) o Marine Le Pen(s) de Europa, Estados Unidos y el 

mundo son la consecuencia de la incapacidad del liberalismo 

de hablar honestamente sobre los problemas de migración,